Las vanguardias artísticas del siglo xx nacieron con el propósito de huir del arte figurativo. Para lograrlo, muchos de sus artistas no dudaron en aplicar el giro lingüístico en sus obras, ya que este les permitía crear realidades nuevas. El filósofo estadounidense Richard Rorty define el giro lingüístico como «el punto de vista de que los problemas filosóficos pueden ser resueltos ‒o disueltos‒ reformando el lenguaje o comprendiendo mejor el que usamos en el presente», una manera de concebir el mundo iniciada por Ludwig Wittgenstein.
René Magritte perteneció al surrealismo, una de las vanguardias artísticas del siglo xx que tenía por objetivo, entre otros, convertir lo familiar en extraño. Durante su etapa parisina, es decir, entre los años 1927 y 1930, plasmó en sus obras la relación entre palabras e imágenes. En ellas nos presenta al lenguaje como un agente constructor de mundos y lo relaciona con objetos cotidianos. Cuando empezó a pintar estos cuadros, denominados «cuadros logoicónicos» o «cuadros de palabras», Magritte penetraba en un mundo que apenas había sido explorado y que obligaba a una revisión esencial de nuestros hábitos mentales. El pintor sintetizó su teoría acerca del vínculo que existe entre palabras, imágenes y el mundo real en Les Mots et les images ‒«Las palabras y las imágenes»‒, un texto ilustrado que apareció en 1929 en el último número de La Révolution surréaliste, la revista del grupo surrealista parisino.
Por otra parte, en La Trahison des images ‒«La traición de las imágenes»‒, cuadro que data de 1929, Magritte escribió «Esto no es una pipa» debajo del dibujo de una pipa, ya que, efectivamente, el dibujo de una pipa no es una pipa ‒por ejemplo, no se puede fumar‒. A través de este cuadro, el artista pretende, ante todo, liberar el vínculo que hemos creado entre las imágenes y los objetos, es decir, la correspondencia que hemos establecido entre la realidad y su representación simbólica.
El espectador que ya haya visto una pipa con anterioridad la ha interiorizado a través de un concepto, es decir, a través de la representación abstracta de la entidad pipa. Sin embargo, cuando el espectador observa el cuadro y deduce que lo que ve es una pipa, Magritte le dice que se equivoca, lo desafía. A priori uno puede considerar que se trata de una contradicción o de un juego simple, pero, en realidad, la cuestión reviste una complejidad mayor. Magritte nos recuerda en este cuadro que no debemos confundir las palabras con los objetos que con ellas nombramos, ya que estas son solo puras herramientas. Para Magritte, por tanto, una imagen no puede confundirse con un objeto tangible.
En la misma línea, John Lyons escribió, a propósito de la relación entre las palabras y las imágenes, lo siguiente: «Si dibujo una figura y la señalo diciendo “Esto es un unicornio”, los hablantes de castellano pueden o no estar de acuerdo sobre la verdad de lo que digo, del mismo modo que ante el supuesto dibujo de una vaca». Además, el filósofo francés Foucault le dedicó todo un libro al cuadro La Trahison des images, y opinaba que, como estamos acostumbrados a hablar de las imágenes como si se tratase de las propias cosas, la frase que aparece en el cuadro de Magritte es literalmente verdadera, pero figurativamente falsa. Por su parte, el filósofo español José Luis López Aranguren afirmó en su día que creer que en la palabra está la cosa es incurrir en «mentalismo», es decir, en la creencia mágica de un lazo íntimo entre el signo y el objeto.
Cabe mencionar, además, que al contemplar La Trahison des images ya damos por hecho que el pronombre demostrativo lanza una flecha hacia el dibujo, es decir que «esto» se refiere al dibujo de la pipa. Sin embargo, puede hacer alusión al cuadro o a la propia frase, o, tal y como ha sugerido el científico y filósofo Richard Hofstadter, al propio pronombre demostrativo. En este último caso, «Esto no es una pipa» sería un ejemplo de autorreferencia.
En último lugar, este vídeo ilustra la visión de Magritte sobre la relación entre lenguaje y percepción.
Magritte es, sin duda, un artista complejo… Y no fueron pocos los artistas, contemporáneos a él, que reformaron y renovaron el modo de visualizar el mundo, a través de objetos cotidianos. Pero Magritte y su atracción por separar los conceptos de las figuras que, a nuestros ojos, lo representan… en un constante juego que aspira a despistarnos, a desafiarnos, como bien dices; se adentra en cada concepto y en cada imagen, con la intención de acercarnos al mundo, a través de la pintura. No a un mundo establecido, donde cada palabra se asocia a una imagen concreta, sino a uno nuevo, visto y entendido como si se hubiesen de doblar la mente y la mirada para concebir la realidad que nos muestra el artista, la que no vemos porque el lenguaje nos impide verla. Lo que hace realmente interesante a Magritte es, precisamente, su fascinación por las palabras, unidas a las imágenes. Ese tratar de dar a su pintura un sentido más profundo, más lleno de significados, liberándolo de las ideas preconcebidas que el lenguaje parece pretender fijar en nuestra memoria. Es un artículo interesante, me gusta lo que transmite la obra de este artista. Gracias. Un saludo.
Pues sí, un artista muy interesante, tanto por lo que implica estéticamente como filosóficamente. Su interpretación del surrealismo parte de una reflexión muy compleja sobre el mundo, las palabras, y como estas últimas representan al primero. Poco más se puede añadir a lo comentado por Mara. Genial.
Muy bueno
Aunque soy bastante ignorante en la materia, me ha resultado muy interesante.
Gracias.