Folleto anunciando la sirena

Folleto anunciando la sirena

   A mediados de 1842 el doctor J. Griffin, miembro del Liceo Británico de Historia Natural, llegó a Nueva York en medio de un inmenso revuelo. Se había corrido la noticia de que este caballero inglés había logrado capturar a una sirena de verdad cerca de las islas de Fiji en el Pacífico Sur. En el mismo hotel donde se alojaba, Griffin accedió a mostrarles la sirena a un grupo de periodistas y estos confirmaron su autenticidad.

  Pocos días después se puso en contacto con Griffin un tal Phineas Taylor Barnum, un filántropo y peculiar empresario que había hecho carrera en el mundo del entretenimiento de las barracas de feria. Barnum había comprado un año antes un museo en la esquina de Broadway y Ann Street donde exhibía todo tipo de rarezas, y la sirena de Griffin parecía reunir todos los requisitos para estar en él. Aunque en un primer momento Griffin rechazó la oferta, parece que Barnum consiguió convencerle para que mostrara su sirena al menos durante una semana en una sala de Broadway.

   Barnum preparó un folleto donde se anunciaba el acontecimiento y se distribuyeron miles de copias por toda la ciudad. La sirena de Fiji, como pasaría a ser conocida desde entonces, se convirtió en uno de los temas de moda. El éxito fue total: todos quería ver aquella maravilla, saber si aquello era posible o si era un fraude. La exposición se inauguró con una conferencia de Griffin en la que hablaba de sus aventuras como explorador y exponía una serie de curiosas teorías acerca de la existencia de sirenas. Griffin decía que si muchos animales tenían su correspondiente versión en los océanos ‒como los caballitos de mar o los leones marinos– no era descabellado pensar que el ser humano también tuviera su versión marina.

Sirena según la descripción de Barnum

Sirena según la descripción de Barnum

El éxito de la sirena fue rotundo. Aquellos que iban a verla no tenían dudas sobre su autenticidad. Pero, ¿qué es lo que se encontraron quienes fueron a la exposición? Según cuentan los que vieron la sirena, aquella criatura no podía ser más distinta a la típica imagen que tenemos de una sirena. No tenía el torso de una hermosa joven ni la cola repleta de escamas irisadas. No, en realidad era un pequeño ser no mucho más grande que un pez normal, con una grotesca forma semihumana momificada de cintura para arriba. Incluso el propio Barnum no tuvo reparos en admitir el horror que provocaba aquella monstruosidad.

Sirena de Robert Ripley

Sirena de Robert Ripley

Al final Barnum convenció a Griffin para que trasladara la sirena a su museo, donde se quedó definitivamente. O casi, porque la criatura era también exhibida durante largas temporadas en el museo de Moses Kimball en Boston. Pero, ¿quién era este tal Kimball? Más tarde se supo que todo había sido un engaño. El tal doctor Griffin no existía ‒su verdadero nombre era Levi Lyman–, solo había sido contratado por Barnum para darle mayor credibilidad a toda la historia. Kimball en realidad era el propietario original de la sirena, que a su vez se la había comprado a un marinero inglés. Barnum, después de comprobar que el ser era falso, le hizo una propuesta a Kimball: alquilarle la sirena para explotarla comercialmente.

Sirena del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard

Sirena del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard

   El paradero final de la sirena es todo un misterio. Todo parecía indicar que se había en el incendio que arrasó el museo de Barnum en 1865. Es cierto que la sirena podría haber estado en ese momento en el museo de Kimball, pero es que este también se incendió en la década de 1880. Se especula que pudo haberse salvado y que los herederos de Kimball la donaron al Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, donde de hecho existe una sirena. Ahora bien, a lo largo del siglo XX se han hecho infinidad de copias de la sirena de Fiji, como puede comprobarse en una simple búsqueda en Google Imágenes. Incluso el singular Robert Ripley tenía una en su colección. Aunque a Ripley mejor lo dejamos para otra ocasión.

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