Las tres Gracias de Rubens

Las tres Gracias de Rubens

   Hace unos días hablaba del síndrome Stendhal, que es una especie de arrebato místico que se produce como resultado de una sobredosis de belleza. Sin embargo, mucho menos conocido aunque igualmente interesante es el llamado síndrome de Rubens, que parte de una idea del arte algo más mundana. Las personas que padecen este síndrome se sienten abrumados por un deseo erótico irresistible dentro de determinados edificios como galerías o museos y frente a ciertas obras de arte.

   Quizá pueda parecer una extravagancia, pero el Instituto de Psicología Psicoanalítica de Roma hizo un estudio en el que entrevistó a unos 2.000 visitantes a la salida de museos de toda Italia y llegó a la conclusión de que un 20% de los encuestados había fantaseado con la posibilidad de mantener relaciones sexuales delante de una obra de arte.

   El profesor Massimo Cicogna, presidente del Instituto, realizó una lista con los museos italianos más sensuales, aquellos en los que hay un mayor riesgo de padecer el síndrome de Rubens. A la cabeza se encuentra el Palazzo Doria Pamphili de Génova, donde está el Sátiro de Rubens, el artista flamenco que dio nombre al síndrome por sus libidinosos lienzos. A continuación vendrían la Pinacoteca de Brera en Milán y la Galería de Arte Moderno de Turín (GAM), considerada por muchos como el museo más sensual de Italia. Completan el ranking la Galería de la Academia en Florencia o el Museo Peggy Guggenheim de Venecia, entre otros.

   Y es el arte todo lo puede: despertar las más nobles y las más bajas pasiones. El mérito, desde luego, hay que reconocérselo en una sociedad en la que estamos rodeados de estímulos sexuales a cada paso.

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