Cuando oímos la combinación de palabras «flujo de información» tendemos a pensar en algo tan artificial como un ordenador o una red casera de wifi. Obviamente la información la inventamos los seres humanos junto con el telégrafo, la televisión o el uso de las ondas de radio. ¿O no?
Pues no, me temo. Piensa ahora en lo siguiente: ¿Has visto alguna vez la “niebla” de una televisión antigua? ¿Sabes lo que es? Cuando las televisiones funcionaban por un canal analógico su antena captaba algo, y emitía ese algo a modo de niebla. Y lo que captaba era nada más y nada menos que terabytes de información emitida por el Big Bang y por estrellas como el Sol. Cada segundo nuestro sol ‒uno pequeño‒ lanza al espacio olas inmensas de información a modo de fotones. Es por eso que nosotros podemos detectar fenómenos como variaciones en su corteza o erupciones solares.
Pero vayamos a un ejemplo más cercano: un hormiguero. Las hormigas se especializan y comunican utilizando compuestos químicos para enviarse información hormiga-hormiga y hormiga-general. ¿Qué es esto? Un flujo de información animal creado para la supervivencia de una colonia.
¿Más ejemplos? Un árbol. El árbol es una de las primeras estructuras vivas, y no deja de ser una fuente de información en chorro a través de sus raíces y sus hojas, de cada una de las células de su tronco que contiene información sobre la tensión, crecimiento, edad… Y uno que engloba gran parte de lo dicho hasta ahora en el artículo y lo ejemplifica con la imagen que veis: el ciclo del carbono. Miles de millones de bytes de información que ni siquiera somos capaces de, en ocasiones, entender del todo. Pero que se producen de igual modo sin nuestra intervención.
Por lo tanto cada vez que oigas expresiones de este tipo pregúntate: ¿Lo inventamos o es una adaptación?
Lo más probable será, pienso yo, que se trate de una adaptación… La Naturaleza es puro diseño, no deja de asombrarme cada día… Vivo en un lugar donde el mar y el monte se hallan suficientemente cerca como para adentrarse en ellos y observar de forma bastante continuada la naturaleza de sus respectivos entornos, y ello me permite observar en más de una ocasión fugaces conductas en algunos seres vivos (bichos, más que nada, jajaja… lo siento, no soy forestal ni submarinista, no poseo un lenguaje técnico para clasificarlos como se merecen…). El caso es que cualquier observador que se interese puede apreciar verdaderas proezas de la ingeniería en la Naturaleza, bien llevadas a cabo por animalillos, bien por los propios componentes que la conforman… El ser humano crea, a veces incluso sin darse cuenta, mecanismos y sistemas ya existentes, es probable que ya todo tenga réplica… y, sin embargo, ¿será siempre una adaptación consciente? Gracias, sobre todo me ha gustado mucho el ejemplo del árbol… Un saludo.
Gracias a ti, rachael,
lo que planteas es curioso. Todos sabemos ejemplos de artefactos y métodos basados en el mundo animal surgidos de la observación.
Me pregunto ahora si hay un grupo más que incluya la observación no consciente y, más allá de ese, la creación de ingenios que se corresponden a lo observado a posteriori.
Todo son adaptaciones o mejoras de lo que esta inventado; Nada cambia, solo se perfecciona, suena filosófico aunque es al realidad. 😀
Pues espero que no sea cierto y que creemos algo nuevo (pero nuevo-nuevo) cada día =)