El género hiperbreve ha existido siempre. No es una novedad que nuestra sociedad posmoderna, de consumo rápido, devore con fruición. Se remonta a los albores de nuestra civilización, allá por la antigua Grecia, con el epigrama y con su versión funeraria, el epitafio. Pero tampoco se puede decir que sea exclusivo de occidente, aunque el haiku japonés, elogio supremo de la sugerencia, arrase desde el siglo XIX entre los lectores occidentales. Y también en el siglo XIX tomó la forma de la literatura folletinesca, de las historias por entregas, a veces en dosis más pequeñas que los 140 caracteres twitteros. El caldo de cultivo siempre ha estado ahí.
La twitteratura es un híbrido, como esos de los bestiarios medievales, nacido de la unión de la literatura y de Twitter. El conjunto de textos literarios publicados en forma de tweets en Twitter. O como lo define Ludovic Hirtzmann, «el universo literario de la instantaneidad y el mundo del mensaje breve». Un universo al que no es fácil ponerle punto de partida. Seguramente en algún momento alguien, alentado por el ejemplo de las novelas en blogs ‒otro género del que habría que hablar aparte‒, decidió darle a Twitter un uso distinto al original. No ya como red social, que también, sino como un laboratorio de experimentación literaria y sociológica. Creo que la primera novela de la que oí hablar usando este medio fue La revolución francesa de Matt Stewart. O por lo menos eso es lo que afirma su autor.
Y es que en esto de las novelas en Twitter los franceses, que se lo han tomado muy en serio, nos llevan cierta ventaja. El exprofesor quebequés Jean-Yves Fréchette y el periodista Jean-Michel Le Blanc fundaron en 2009 el Instituto de Twitteratura Comparada, donde se recopila información de los trabajos de diferentes twitteratores, así como gran diversidad de actividades, materiales y recursos.
En España la primera novela en Twitter es de comienzos de 2010. Se trata de Serial Chicken de Jordi Cervera ‒además de en Facebook, en Vimeo, en Flickr y en Google Maps‒. Nació a raíz de la Semana Negra de Barcelona. En este caso no sé si es más sorprendente la forma original en que está escrita, a través de microcapítulos diarios, o que esté protagonizada por una gallina asesina. Aunque parece que en esto del género twitteril parece que Sudamérica nos lleva cierta ventaja. Ahí está la Gatubellísima de Luis Alejandro Ordóñez. O las 83 novelas de Alberto Chimal, que es una recopilación de novelas publicadas en Twitter con el elemento común de no superar los famosos 140 caracteres. O el proyecto grupal El espejo, promovido por José Cohen, que tiene un principio tan sugerente como este: «Lista para partir. Lo último que recordaba eran aquellas manos abrazando su cintura. Luego, el disparo. Todo se borró». Y es que el trabajo colaborativo, el cuestionamiento del concepto de autoría individual, es otra de esos pequeños placeres que nos regala Twitter. Así, por la cara.
Pero no sólo de novelas vive la twitteratura. Ya he tenido ocasión de mencionar propuestas tan ingeniosas como el Film Festival 140 Caracteres, un festival de cortometrajes con dos normas: que la historia se inspirara en un tuit y que no sobrepasara los 140 segundos. Otra propuesta que ha finalizado recientemente con bastante éxito ha sido el Twitter Fiction Festival, demostrando que este medio puede llegar a ser un importante foco creativo. Twitteros de todo el mundo se han sumado a esta iniciativa literaria que consistía en escribir una historia mínima con el hashtag #twitterfiction. Andrew Fitzgerald, responsable de la comunicación de Twitter, recordó la jugada de la ganadora del premio Pulitzer Jennifer Ega, que publicó su novela Caja negra, además de en papel, en la cuenta de historias de ficción en Twitter del New Yorker.
Lo que queda claro es que Twitter, con su juego de forzar la máquina para ajustarse al espacio prefijado, es una plataforma perfecta para desarrollar la creatividad. No pretendo ni mucho menos mencionar de golpe a todos los twitteratores. La red es demasiado vasta y cada día son más. Sería imposible. Eso sí, si alguien conoce alguna otra novela twitteril que me lo haga saber. Pero, por favor, en menos de 140 caracteres.
Muy buen artículo. Comparto un sitio de twitteratura:
http://microrecits.blogspot.com/
Interesante
Gracias 😀
[…] Aunque no existe precisión sobre quién fue su iniciador, la tuiteratura (o twitteratura), es decir, la producción literaria a través de los 140 caracteres que permite esta red social, viene desarrollándose con éxito entre los más de medio millón de usuarios que ya tiene esta plataforma gratuita. Parece ser que la delantera la tuvo el estadounidense Matt Stewart cuando decidió en julio del 2009 publicar en Twitter un libro suyo, “La revolución francesa”, que no conseguía editor. Stewart, con buena visión, inició la publicación diaria de sus cerca de 3.700 tuits hasta poner online los casi 480 mil caracteres que tenía su libro. Como nunca estuvo seguro si sus seguidores iban a leer todos sus mensajes, luego ofreció su novela por Scribd y Amazon. MODA INMEDIATA Pero el ejemplo se propagó rápidamente. Accueil_ITC-Twitterature. El nuevo género de la twitteratura – La piedra de Sísifo. […]