Supermajor

Supermajor

   Hace un par de semanas el blog de El País El arte en la Edad del Silicio lanzaba un desafío a los lectores del diario. Primeramente presentaba una obra del artista estadounidense Matt Kenyon titulada Supermajor. Se trata de una instalación en la que hay una pila de nueve viejas latas de aceite para motor y la lata que está en medio tiene un agujero a través del cual pasa el líquido. Lo curioso es que, como puede verse en el vídeo, el chorro parece desafiar la ley de la gravedad, porque en lugar de caer hacia abajo hace la trayectoria inversa, hacia arriba, para volver dentro de la lata, y todo eso sin que el charco del que proviene parezca disminuir ni aumentar.

   Aunque la primera reacción que causa la obra es una mezcla de sorpresa y de desconfianza, como cuando se presencia el truco de un prestidigitador y se trata de buscar la explicación de aquello que sabemos imposible, lo cierto es que el mensaje que Kenyon trata de transmitir a través de Supermajor tiene una gran carga de ecologismo y de crítica social. En su obra late una reflexión sobre los vertidos de combustible en los océanos. De hecho, el término «supermajor» en realidad se usa para designar a las seis compañías petroleras de propiedad pública más grandes del mundo, entre las que se incluye BP. Precisamente, la obra de Kenyon se basa sobre todo en la catástrofe medioambiental que BP provocó en 2009 en el Golfo de México con 4,5 millones de barriles vertidos en el agua. La simbología es evidente: el chorro regresa en la lata en un bucle infinito pero el charco del que proviene no parece reducirse ni una gota.

   Y ahora el reto. Kenyon no solo se ha negado a revelar cómo consigue ese increíble efecto sino que además ha invitado a los lectores de El País a que formulen sus teorías. Por supuesto que no ha inventado un mecanismo para burlar la gravedad, pero en la instalación no hay hilos ni manguitos que conduzcan el aceite, algo que se comprueba fácilmente en otro vídeo donde se coloca una mano en el chorro y se interrumpe. La única pista que ha dado es que «la grabación no es el resultado de un efecto óptico y asistir en vivo al acontecimiento resulta aún mucho más sorprendente». También ha descartado que funcione coordinando la frecuencia de una fuente de sonido con la de una vídeo cámara, grabando a 24 imágenes por segundo y con una onda de sonido sinusoidal de 24 hertzios, como puede verse en varios vídeos en los que se hace este experimento, porque si así fuera el efecto sólo aparecería en la grabación y no sería posible verlo en vivo. Además, Kenyon necesitaría una fuente de sonido cerca del chorro del líquido, algo que también aparece en todos los vídeos, pero en la instalación no parece que haya bafles por ninguna parte.

Supermajor

Supermajor

   El guante del reto fue recogido por algunos lectores, no sin cierta polémica. A pesar de que el propio autor ha desmentido que se trate de un efecto óptico, muchos se empeñan en afirmar que se trata de un efecto estroboscópico, que produce un movimiento ilusorio a través de un calculado intervalo de gotas cayendo y de destellos parpadeando. El efecto es fácil de entender: la gota que vemos subiendo no es en realidad la misma gota, son distintas gotas iluminadas a medida que van cayendo, de tal forma que da la sensación de que estén subiendo. Esta posibilidad parece confirmarse hasta cierto punto cuando se ve la mano parando el chorro y la gota cae por encima del dedo y no por debajo. Otra teoría es la posibilidad de cargar eléctricamente el fluido y crear un campo eléctrico que impulse la carga, algo que no tiene sentido porque está claro que, a pesar de lo que nos muestren nuestros ojos, el chorro cae hacia abajo y no hacia arriba.

   En fin, personalmente me convence ninguna de estas explicaciones. Yo prefiero seguir creyendo en la magia del arte. Aunque si consigo descubrir cómo funciona la instalación de Kenyon no dejaré de explicároslo por aquí. De momento os dejo algunos vídeos donde puede verse Supermajor en funcionamiento.



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