Pasos de Jerzy Kosinski

Pasos de Jerzy Kosinski

   Hace tiempo que quería hacer un breve repaso por escritores que hubieran sido rechazados por editoriales y después triunfaran, pero la verdad es que ya hay muchas y muy buenas recopilaciones de este tipo, por ejemplo, aquí, aquí o aquí. Así que dándole vueltas al tema, intentando buscar una nueva forma de enfocarlo, me acordé de Chuck Ross y se me ha ocurrido hacer el camino inverso para llegar a la misma conclusión. Es decir, en lugar de hablar de obras que fueran rechazadas en un primer momento y después pasaran a ser éxitos, voy a referirme concretamente a una novela ya consagrada que acabó convertida en un estrepitoso fracaso. Me explico. Chuck Ross quiso poner en práctica un experimento para demostrar la ineptitud y la desidia que existe por lo menos en una parte del mundillo editorial. ¿Que no conoces a Chuck Ross? No te preocupes, aunque también se trata de un escritor rechazado por las editoriales, en este caso no ha llegado a convertirse en un clásico de la literatura.

   Ross planeó enviar un texto de otro escritor que ya hubiese sido editado, que fuese conocido y que hubiese acumulado una considerable cantidad de críticas elogiosas y presentarlo como si fuera suyo. La obra elegida fue Pasos de Jerzy Kosinski, una novela que había ganado el National Book Award en 1969. En 1975, con casi medio millón de ejemplares vendidos, Ross envió 21 páginas del libro a cuatro editoriales bajo el seudónimo de Erik Demos. Las cuatro editoriales rechazaron su trabajo sin que nadie se percatara del engaño. Entre ellas se encontraban Houghton Mifflin, que había publicado tres novelas de Kosinski, y Random House, que era la editorial donde se publicó Pasos. En su momento el experimento fue puesto en entredicho alegando que Ross solo había mandado 21 páginas en lugar de enviar la novela completa.

   Para salir de dudas, ni corto ni perezoso Ross volvió a repetir el experimento en 1979 con la misma novela y el mismo seudónimo. Esta vez presentó la obra completa a catorce editoriales ‒las cuatro anteriores y diez más‒. El resultado fue exactamente el mismo. En esta ocasión en la nota que le remite Houghton Mifflin se reconoce que el texto recuerda a Jerzy Kosinski pero se rechaza porque el conjunto no está logrado, porque resulta esquemático e incompleto. No contento todavía, Ross remitió la obra a veintiséis agentes literarios para que lo representaran. Ninguno reconoció el texto ni aceptó representarlo.

   En conclusión, ni catorce editoriales ni veintiséis agentes literarios reconocieron la novela de Jerzy Kosinski. Ni tampoco valoraron como viable un libro que había ganado el National Book Award. Parece que Ross se acabó saliendo con la suya y sacó a relucir lo peor del mundo editorial Aunque desde luego no conviene generalizar. Por cierto, años después volvió a repetir un experimento parecido, pero eso es algo de lo que ya hablaré en otra ocasión.

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