Hace tiempo me refería al experimento que Chuck Ross hizo en 1975 y repitió en 1979, cuando puso a prueba a las grandes editoriales enviándoles una copia de Pasos de Jerzy Kosinski con otro nombre para comprobar si una novela de éxito, reconocida y premiada ‒había ganado el National Book Award en 1969‒ conseguía pasar el filtro editorial y era publicada o por lo menos si se la reconocía como la gran obra que era. El resultado fue desolador: ni catorce editoriales ni veintiséis agentes literarios consiguieron reconocer la novela de Kosinski ni la consideraron viable para que pudiera ser publicada.
Podría parecer que experimentos como este, que acaban poniendo en evidencia la ineficacia del sector editorial, son casi imposibles de llevar a cabo en la actualidad porque supuestamente las nuevas tecnologías no tardarían en sacar a la luz este de trucos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: en 2007 el periodista cultural, docente, guionista y escritor británico David Lassman repitió la jugada. Y por si fuera poco esta vez decidió utilizar para el experimento a una escritora considerada un clásico dentro de la literatura universal: Jane Austen.
Después de recibir algunos rechazos por parte de algunas editoriales para publicar su novela El templo de la libertad ‒una versión moderna del mito de Teseo y el Minotauro‒ Lassman decidió seguir los pasos de Ross y darle un escarmiento al mundo editorial. Con el seudónimo de Alison Laydee, una alusión al nombre que Austen utilizó en sus primeros escritos ‒A Lady‒, Lassman envió una sinopsis y los primeros capítulos de Orgullo y Prejuicio, La abadía de Northanger y Persuasión a dieciocho grandes editores, entre las que estaban Penguin Books y Bloomsbury, y a numerosos agentes literarios del Reino Unido. Previamente había hecho algunos pequeños cambios: modificó los títulos e introdujo variantes en pequeños detalles, como en los nombres de los personajes y de las ubicaciones, pero, por ejemplo, dejó intacta la frase inicial de Orgullo y Prejuicio.
El resultado del experimento fue parecido al de Ross: ni los agentes ni los editores, a excepción de uno ‒Alex Bowler de Jonathan Cape‒, lograron reconocer las inmortales obras de Jane Austen. Penguin Books no tardó en emitir un comunicado diciendo que sus agentes solo habían mandado una nota señalando que el principio parecía original e interesante, no que lo hubieran leído entero. Curiosamente, no era la primera vez que un editor rechazaba Orgullo y Prejuicio, algo que Jane Austen tuvo que vivir en sus propias carnes. Cuando aquello ocurrió la obra todavía se llamaba Primeras impresiones, que era su título inicial, el mismo que Lassman eligió para rebautizar su Orgullo y Prejuicio.
Lassman describió con detalle todo el experimento en un artículo titulado «El rechazo de Jane» que fue publicado en el número 28 de la revista Jane Austen’s Regency World. La broma apareció en muchos medios de comunicación y terminó convirtiéndose en la historia literaria de 2007. Lassman se paseó por programas de radio y de televisión de todo el mundo, incluyendo el famoso Good Morning America. Incluso se llegó a grabar un documental, en 2008, en el que se analizaba todo el engaño.
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