Uno de los equipos de Espurna que participó en el Campeonato de fútbol inclusivo de Alabcete en 2018

Ahora que todo el mundo ha visto la película Campeones o ha oído hablar de ella, ahora que ha sido galardonada en los Goya y que el discurso de Jesús Vidal, uno de los protagonistas, se ha hecho viral, ahora, como digo, que todos sabemos o creemos saber qué es la inclusión, aprovecho para dar a conocer y reconocer a José Pedro García y, ya de paso, agradecer alguna cosilla que tengo por ahí pendiente.

José Pedro García, profesor de instituto de Física y Química, vio la necesidad de crear una organización que apoyase el desarrollo personal, social y laboral de personas con discapacidad intelectual. Fundó Espurna para ayudar a estas personas a convertirse en elementos activos de la sociedad. Adaptándose a la circunstancia y cualidades de cada uno, esta fundación sin ánimo de lucro gestiona viviendas tuteladas, talleres ocupacionales, un centro especial de empleo (es posible que tu coche, por ejemplo, haya pasado por sus manos), un centro de atención temprana para niños y el restaurante Boga, donde te puedes comer una fideuá que te quita el sentido. Aparte, organizan multitud de actividades socio-culturales; donde sólo recalcaré, para no extenderme más, La Vuelta al Peu de Gandia. Sí, esta ciudad es la afortunada de contar con la fundación.

Jose Pedro García, fundador de Espurna

Espurna es una de las muchas organizaciones que hay en España. José Pedro y los empleados no han ganado un Goya ni se han topado con el reconocimiento repentino de España, pero ellos son la verdadera realidad que la ficción de Campeones quiere mostrar, y desde aquí mi reconocimiento a su labor, a su dedicación y a su lucha diaria por hacer la vida de los demás mejor. Si esta clase de iniciativas fueran las que nos definiesen como sociedad, y no toda la cochambre que vemos en las noticias, me orgullecería reconocerme como parte de ella. Gracias a ellos, todavía tengo esperanza.

José Pedro marchó el pasado 3 de febrero, a la edad de 82 años. Estoy convencido que ya está organizando algo allá donde esté.

Desde hace ya unos años juego al fútbol con los chavales de Espurna. Entrenamos un día a la semana y acudimos a todos los saraos donde nos invitan. Lo llaman Fútbol Inclusivo porque, a diferencia de la competición que aparece en Campeones, donde sólo juegan personas con discapacidad intelectual, aquí jugamos todos juntos, chicos y chicas con todo tipo de capacidades. El fútbol es lo de menos, aunque he de confesar que mi equipo juega de fábula, y que dichos partidos son mucho más divertidos que los que se emiten por la televisión, no solo por la impredecibilidad del juego, sino, sobre todo, porque la alegría es muy contagiosa.

En mitad de uno de los partidos

Intento aprender de la gente que me rodea, y de quien más aprendo son de aquellos que te enseñan sin pretenderlo. Cada segundo que paso con mis amigos de Espurna me llevo algo. He vivido mil anécdotas con ellos, y otras mil que voy a vivir. Como vemos en la película, no solo afrontan su día a día, sino que también lo superan, y eso es mucho más de lo que hacemos muchos de nosotros. Cuando ríen, ríen de verdad, y cuando lloran, lloran de verdad. Su genuinidad y capacidad de ser y de sentir me han ayudado a afrontar mi incapacidad de ser y de sentir, me ha servido a encontrar un pequeño sendero entre tanto árbol, me han hecho mejor persona y me han enseñado tantas sensaciones, tantos valores y tantas lecciones de vida que no me queda otra que llegar a la parte de agradecimientos.

Gracias, José Pedro, por inventar Espurna.

Gracias, chavales, por incluirme.

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