Rafael Alberti

Rafael Alberti

  «Quiero alcanzar, en vida, la fama, la inmortalidad. Hasta que el mundo no se me arrodille para que yo, desde un balcón cualquiera, pueda echarle un gargajo, no estaré contento. Y llegará ese día».

   Rafael Alberti, Correspondencia a José María de Cossío, pág. 37.

   Y llegó ese día. A aquellos que vean en Alberti al afable ancianito que murió apaciblemente en el Puerto de Santa María, les recuerdo al Alberti que cantó Sobre los ángeles, al Alberti «al que se llevaban mil demonios», en palabras de Juan Manuel Díaz de Guereñu. Son, como lo expresara magníficamente Ricardo Gullón, las «alegrías y sombras de Rafael Alberti». Ni más ni menos que las que hay en cualquier ser humano.

   ¿Y por qué será que ambos poetas me fascinan hasta límites insospechables?

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