Despúes de este último mes de intenso trabajo retomo el hábito de la lectura placentera con un libro ligero y refrescante, perfecto para el calor de las fechas en que nos encontramos. Se trata de una colección de microrrelatos de José María Merino titulada Cuentos del libro de la noche.
Como ya he dicho en alguna ocasión, escribir microrrelatos de calidad es una de las mayores hazañas que un escritor puede acometer. Entre las novelas y los microrrelatos se puede hacer la misma comparación que entre los ordenadores descomunales de los años ochenta y los móviles diminutos de última generación: la concentración exige una técnica más precisa y certera, y no todo escritor está capacitado para conseguirlo. Imagino que como los cuentos, que tienen un decálogo que Horacio Quiroga tuvo por bien elaborar, los microrrelatos también tienen su decálogo, que es en realidad un microdecálogo, porque una sola es la regla que lo compone: sorprender por encima de todas las cosas.
Y aunque el libro de José María Merino tiene una serie de componentes que debieran dar un exquisito cocktail, no consigue cautivar en su totalidad. Sin embargo, es muy posible que a un libro de microrrelatos no pueda pedírsele otra cosa que destellos deslumbrantes entre oscuridades, hallazgos que hacen que el conjunto reluzca, porque, como en una novela, es imposible mantener el tono climático, que todos los textos tengan idéntica calidad e intensidad. Juzgando el libro desde esta perspectiva no ilusiona pero tampoco defrauda, no deja indiferente tanto como entretiene.
Los ingredientes a los que me refiero son los que pertenecen al mundo onírico, al reino de la ensoñación, a esa frontera entre la vigilia y el sueño en que los miedos toman forma y las fantasías se vuelven reales, al igual que ocurre con el viejo Chuan Tzu, que es incapaz de saber si es hombre que sueña ser mariposa o mariposa que sueña ser hombre. Así se organiza el libro, a través de pequeños fragmentos de sueños, o en muchos casos de pesadillas, con un sabor inquietante a noche desvelada y a sudor frío. Es por eso que en muchos casos son retazos, esbozos de historias, tal vez interrumpidas por la súbita caída que nos devuelve a la cama y nos descubre que todo ha sido soñado.
No en vano el libro se organiza en torno a una serie de relatos que hacen referencia al despertar en horas sucesivas, completando toda una jornada nocturna. Pero en estos puntos, donde precisamente debería existir una mayor conexión con el mundo real, el sueño extiende sus tentáculos, dominándolo todo, mezclando y distorsionando, como ocurre por ejemplo en el relato titulado «La una»:
Me despierto con la sensación un poco asfixiante de emerger con brusquedad de un abismo. Sin duda estaba muy dormido. Rugen motores lejanos en la noche de la ciudad. Miro la hora: es la una, y me sorprende el poco tiempo que ha pasado desde que me dormí, como si lo profundo del sueño debiera tener correspondencia con su duración. Vuelvo a quedarme dormido pensando en ello, y caigo otra vez al fondo de la sima oscura, y también me despierto de repente. Miro la hora: es la una, y el reloj no se ha parado, pues gira la aguja del segundero y oigo sonar su pequeño corazón mecánico. Confuso, intento asumir la brevedad de ese sueño tan denso y me quedo dormido de nuevo, me hundo en la profundidad blanda y ciega, hasta que vuelve a producirse el brusco despertar. El reloj, que no se ha parado, sigue marcando la una. Me siento muy inquieto, creo que voy a desvelarme, pero el sueño me precipita, una vez más, en su negrura sin contornos. Y cuando me despierto de pronto, escucho los motores lejanos que rugen en la noche de la ciudad, pero no quiero mirar ese reloj que, tan cerca, sigue latiendo incansable.
Como indica José María Merino en el último de los relatos, las referencias y homenajes a autores son constantes a lo largo de todo el libro, aunque siempre de forma discreta, acaso en muchos casos inconsciente, porque «no son las tramas las que están dentro de nosotros sino nosotros quienes estamos enredados en ellas». En cualquier caso, siempre es interesante buscar estas relaciones secretas, a través de un juego de sombras en el que no todo es lo que parece. Sin embargo, como referencia diáfana me quedo con el relato titulado «Golpe de Estado», que no ha podido dejar de recordarme al maravilloso El cuento o la vida de Luis Landero, posiblemente porque el arte de narrar o de fabular aparece como algo fundamental, capaz de dar o de quitar la vida, que es algo que vinculo necesariamente con Las mil y una noches. He aquí el relato:
La ejecución de tantas mujeres sucesivas estimuló al rey Shariar el gusto por la vista y el olor de la sangre derramada. Tras perdonar la vida a Sherezade, cada día, muy de mañana, hacía decapitar a un condenado. Poco después del amanecer, Babú, el esclavo entre los esclavos del rey Shariar, le presentaba la primera infusión del día y una lista con varios nombres de reos posibles víctimas para que él eligiese. Una hora más tarde, ya desayunado y revestido con sus ropas de gobierno, el rey Shariar asistía, muy de cerca, a la decapitación del reo designado. Esta mañana, Babú, el esclavo entre los esclavos, le ha ofrecido la infusión pero no la lista de condenados y el rey Shariar le mira con severa extrañeza. Hoy el ejecutado vais a ser vos, mi señor, murmura Babú. El Gran Visir os ha derrocado esta noche mientras dormíais.
El Gran Visir que reinó con el nombre de Alhakem y el sobrenombre de Misiano, reparó muchas de las injusticias de Shariar y fue muy querido de sus súbditos. Casó con Sherezade, la proclamó Primera Señora, y todas las noches escuchaba un cuento de su boca. Se dice que disfrutar como oyente exclusivo de los cuentos de la sabia narradora fue el motivo principal de la sublevación para derrocar a Shariar, pero la verdad sólo la conoce Dios, el Clemente, el Misericordioso.
Ya de vuelta, Santino, y con una estupenda reseña de un libro que promete ser entretenido, así me lo ha parecido por los fragmentos que has incluido y por tus comentarios. José Mª Merino de todas formas es una buena garantía. Un poco de brisa fresca para este constante calor. Lo tendremos en cuenta. Un abrazo.
Ayer mismo conseguí este libro, Santino. Hace un par de días lei tu reseña y me incitó a ir a compralo, me dio gusto hallarlo. Me interesa toda esta jornada nocturna…
Magda
El titulo me llama la atención, a mi los libros siempre me entran por el titulo, como a otros por la portada pues yo soy así. Espero q estés bien, un beso y un abrazo gordo.
Santino, hola. Es algo que una se pregunta ¿por qué pierde una de vista un espacio donde es posible hallar lecturas gratificantes? Pasa el bólido tiempo y es como si viera a Sísifo…ah, es una imagen muy fuerte.
Desconozco absolutamente a este autor y tu post me aproxima a su mundo. Ahora sólo me falta recorrer librerías. Y tengo varias prioridades, merece tu post, que este libro sea una prioridad, así veo.
Salutes y gracias, desde el invierno de mi inquieta ciudad.
La verdad es que, aunque los dos son buenos, el segundo es un cuento muy hermoso, y para mí más aún por el cariño que siempre le he tenido a Sherezade (la historia de mi vampiro Galeoto está muy relacionada con ella).
El primero, por alguna razón, me recuerda al Corazón Delator.
Desde luego es una delicia volver a verte en activo ^^.
Muchas gracias a todos por vuestras palabras. De momento entre una cosa y otra parece que no consigo sacar mucho tiempo para escribir, pero intentaré actualizar en la medida de mis posibilidades. Me alegra que mis propuestas os parezcan interesantes y espero que las espectativas que os genero se cumplan.
Angelgris, es una gran noticia volver a verte en activo. Ya echaba de menos leerte, porque tu historia me había dejado muy enganchado. Un saludo.
tengo un gGRANDIZIMO problema mi maestra de literatura me pidio los significados de los siguents nombres y no LOS ENCUENTRO EN NINGUN LUGR ME PODRIAN AYUDAR
1.SHARIAR
2.SHANZAMAN
3.SHERNADA/SHEREZADA
4.JAFFAR
5.ALI BABA
6.CASIM
7.MORGANA
8. MUSTAFA
GRACIAS!!!!!!!!!
Bueno… Jorge Lafforgue defendió a Horacio Quiroga décadas atrás cuando los estudiosos consideraban a Quiroga un escritor menor. El otro día me encontré con que Lafforgue ahora apuesta por un escritor nuevo, Daniel E. San Martín (en esta página: http://www.ficciones.com.ar/Amoralejas/presentacion02_lafforgue.php) y en mi cabecita empezaron a pasar cosas.
O sea el tipo, con una trayectoria de medio siglo, no tiene miedo en decir lo que piensa y levanta a San Martín, que hasta ahora solamente ha publicado un libro.
Yo me hice con el libro (Amoralejas) y lo leí porque si para Lafforgue es bueno debe ser bueno y pensé que sí, que es bueno, pero que no sé si yo sola me hubiese animado a decirlo sin la autoridad de un groso que me abra la puerta antes. Y esto me dejó pensando.
Además del decálogo de Quiroga que tanto se reitera en los blogs, hay uno de Onetti. Además de que no creo en decálogos no soy escritora pero en una parte aconseja no limitarse a leer los libros ya consagrados y dice que Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz y hoy son genios.
Lo que quiero decir con todo esto es cómo yo que no tengo ningún prestigio para perder nunca me animé a jugarme por alguien que recién empieza??? Está bien ya sé no me puedo comparar con Lafforgue soy una lectora casi del montón, pero justamente por eso ¡¡¡¿por qué tenerle miedo a equivocarse?!!!
Bueno… que por todo esto abrí un blog en http://misescritorespreferidos.blogspot.com con la idea de que la gente me haga conocer a sus buenos escritores aún no difundidos para que los compartamos y encontremos a los futuros Quirogas, Cortázares y Borges por nosotros mismos. ¿Les parece demasiado delirante? No sé, pero quiero hacerlo creo que está bien que lo hagamos.
Ojalá visiten el blog y opinen algo al respecto. Gracias.
Lau.