La historia de cómo Charles Lutwidge Dodgson, más conocido por Lewis Carroll, escribió Alicia en el País de las Maravillas es sobradamente conocida. Dodgson, a quien le gustaban los niños, se hizo amigo de Lorina, de Alice y de Edith Liddell, las jóvenes hijas de Henry Liddell, el decano de su college, Christ Church. Un día de verano de 1862, durante un viaje en bote por el río Támesis, Lewis entretuvo a las niñas con una historia de aventuras en la que Alice entraba en un mundo mágico por el agujero de la madriguera de un conejo.
La niña que se convirtió en protagonista del relato quedó tan embelesada que le suplicó al adulto que la pusiera por escrito. A Lewis le tomó algo de tiempo escribir la historia a mano, con letra pequeña y apretada, y más aún añadirle 37 ilustraciones. Según una carta enviada por el autor al reverendo Robinson Duckworth, pasó la noche en vela, dedicado a recordar la extravagante historia que había contado a las niñas. Si damos por válido lo que el escritor cuenta en su diario, no comenzó la escritura de forma inmediata sino que lo hizo cuatro meses más tarde, el 13 de noviembre.
Alice finalmente recibió el libro, en noviembre de 1864. Con 90 páginas, Las aventuras subterráneas de Alicia venía con una dedicatoria dirigida a «una niña querida, en memoria de un día de verano» y retrato ovalado de Alice Liddell en la última página.
Instigado por amigos a publicar la historia, Lewis Carroll la reescribió y la amplió, eliminando algunas de las referencias familiares privadas y agregando dos nuevos capítulos. El autor había hecho las ilustraciones del manuscrito original a mano y con pluma, pero para la versión publicada trató de hacer los dibujos en madera. Tras varios intentos, decidió que le llevaría demasiado tiempo y echó mano de un ilustrador profesional, el artista John Tenniel.
Las de Tenniel son las ilustraciones con las que suelen identificar los lectores Alicia en el País de las Maravillas. El escritor cambió el título del libro por el que tiene actualmente, ya que el inicial le parecía demasiado infantil, y el libro fue publicado el 24 de mayo de 1865 por la editorial Macmillan and Co., con un tiraje de dos mil ejemplares. De esa primera tirada se conservan solo 23 copias, de las cuales 17 pertenecen a distintas bibliotecas, y las restantes forman parte de colecciones privadas.
¿Y qué fue del manuscrito original? Muchos años después, Alice se vio obligada a venderlo en una subasta y fue comprado por un coleccionista estadounidense, aunque regresó a Inglaterra en 1948, cuando un grupo de benefactores estadounidenses se lo cedió a la Biblioteca Británica como agradecimiento al papel que el pueblo británico había desempeñado en la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy es uno de los tesoros más queridos de esta célebre institución, por desgracia un tanto eclipsado por el trabajo, excelente por otra parte, de Tenniel.
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