Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Mario Benedetti
Con motivo del fallecimiento de Ángel González publiqué dos de sus poemas relacionados con la muerte: «Muerte en el olvido» y «Muerte en la tarde» No he querido dejar de hacer lo mismo con Benedetti, algo que no es precisamente tan sencillo en un poeta que mayormente ha cantado a la vida y al amor, que en definitiva es una prolongación de la vida. Pero este vacío se debe más a un concepto de la poesía que tiene algo de whitmaniano que a una carencia simple y llana. Lo que no quiere decir que Benedetti sea incapaz de sacar el jugo de uno de los temas universales por excelencia, algo que demuestra sobradamente en «Pasatiempo», uno de sus poemas más archiconocidos.
El título del poema es uno de esos aciertos a lo Benedetti con un juego de palabras implícito. El poema trata sobre el paso del tiempo, un tema que sirve al poeta uruguayo para condensar ambas palabras en una única expresión cuya banalidad choca con la sensación desconsolada que produce su lectura. Esta antítesis sirve a Benedetti además de “pasatiempo” lingüístico como ironía, que es quizá la única herramienta válida con la que el hombre pueda enfrentarse a algo tan serio como la muerte.
Que un poema consiga resumir lo más elemental de una vida en veinte versos demuestra que tras de las palabras se encuentra un genio del lenguaje. Algo así es lo que Benedetti consigue en «Pasatiempo», un auténtico prodigio de condensación lingüística. El poema se compone de cuatro estrofas, cada una de ellas dedicadas a una de las cuatro edades representativas del hombre: infancia, adolescencia, madurez ─identificada en una breve pincelada con el matrimonio─ y vejez. La construcción es paralelística ─lo que incide en mostrar la evolución del hombre─, basada en la perspectiva del ser humano en cada una de esas etapas de la vida.
Para hacer hincapié en la subjetividad del ser humano se han tomado tres elementos, que asimismo vertebran cada estrofa: la vejez, un objeto cuyas dimensiones cambian según la edad ─no en vano un océano─ y la muerte. El tope de la vejez va cambiando según la edad, hasta que se produce la coincidencia en los sesenta años. Lo que Benedetti ha pretendido indicar que es ésta la edad a partir de la cual el hombre empieza a plantearse seriamente la posibilidad de morir, cuando empieza a contemplarlo como una posibilidad real. Asistimos al nacimiento de una realidad en cuatro estados distintos: desde la no existencia, pasando por la palabra y la realidad ajena, para finalizar en la propia experiencia. Parece ser éste el momento en que el hombre está en posesión de la verdad, como si la verdad fuera la muerte, que había habitado dentro de la vida desde el primer momento, desde el instante primero del nacimiento. Al mismo tiempo, el punto de vista que se tiene del mundo también pasa por distintos estados, creciendo con el hombre y con su experiencia: el océano pasa de charco a estanque, después a lago y por fin se vuelve lo que es, océano. La elección del agua no es casual, ya que desde antiguo se ha relacionado de alguna manera este elemento con la muerte, desde el mundo clásico, en cuya muerte se hacía necesario atravesar un mar ─el Aqueronte─ o bien en la más medieval interpretación manriqueña de las vidas como ríos y la mar como la muerte.
En fin, no deja de ser sorprendente y al mismo tiempo reconfortante que aún puedan existir enfoques originales para temas que el hombre ha estado tratando desde el principio de los tiempos. Es eso lo que hace a un buen poeta.
Excelente analisis.
El análisis completo que has realizado me anima a pedirte autorización para compartirlo con mis alumnos y presentárselo como modelo.
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EL mito de Sísifo es mi preferido. Me encantó la imagen que identifica a tu blog.
Muchas gracias. Claro que puedes tomarlo si quieres. También yo uso los blogs como herramienta didáctica con mis alumnos. Un saludo.