Pareja conociendo a sus dobles por Dante Gabriel Rossetti

Pareja conociendo a sus dobles por Dante Gabriel Rossetti

   El doble es un tema muy amplio donde confluyen varias concepciones muy distintas. Por una parte, existe una creencia fantástica según la cual todos tenemos un doble exacto biológicamente en alguna parte del mundo. Por otra, está el folclore nórdico y germánico, que lo llama Doppelgänger y lo considera más bien como una aparición misteriosa y fantasmal, que es como mínimo un augurio de mala suerte y en el peor de los casos un presagio de muerte. De hecho, el dramaturgo sueco Strindberg escribió: «El que ve a su doble es que va a morir». Eso es precisamente lo que le pasó Humberto I de Italia, cuya historia te recomiendo que leas si no la conoces. Hay todavía que distinguirlo de la bilocación, que se produce cuando una misma persona se encuentra en dos lugares simultáneamente.

John Donne

John Donne

   Por lo demás, el tema del doble ha desatado ríos de tinta en la literatura de todos los tiempos, desde Plauto a Italo Calvino, pasando por E. T. A. Hoffmann, Stevenson, Hawthorne, Hans Christian Andersen, Edgar Allan Poe, Dostoievski, Rossetti, Musset o Yeats, solo por mencionar algunos. Ha inspirado obras tan conocidas como El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde o El hombre duplicado de Saramago. Lo curioso es que en algunos casos la relación entre el escritor y el doble va más allá de lo puramente ficticio. Encontrarse con su doble es algo casi excepcional, pero no deja de sorprender la gran cantidad de escritores que han tenido esta experiencia. Por lo menos los que la han contado.

    A John Donne, poeta metafísico del siglo XVI, se le apareció un doble que efectivamente venía a anunciarle una muerte, aunque no se trataba ni de su doble ni de su muerte. El doble era de su mujer y la muerte la de su hijo. Ocurrió mientras estaba en París y su esposa se le apareció con un bebé recién nacido en las manos. La esposa de Donne se encontraba embarazada en ese momento y dio a luz a un niño muerto, según se dice tras la aparición que tuvo Donne.

Goethe

Goethe

   En ocasiones el doble no es el doble exacto sino el doble futuro, es decir cuando un yo joven y un yo anciano confluyen en el mismo lugar y tiempo. El tema es conocido sobre todo por Borges, que convirtió al doble y a los espejos ‒como una variante del doble‒ en algunos de sus símbolos recurrentes. Es conocido sobre todo por su relato «El otro» de El libro de arena, aunque Borges no fue el primero en idear este encuentro, que se aparece también en El piloto ciego de Giovanni Papini. Pero en ocasiones la realidad supera a la ficción y el encuentro de Johann Wolfgang von Goethe con su doble bien podría ser el ejemplo de ello. Goethe se encontraba viajando a caballo por el camino a Drusenheim cuando se cruzó con alguien que era exactamente igual que él y que llevaba un traje gris con adornos dorados. Ocho años más tarde se encontraba viajando por ese mismo camino pero en dirección opuesta cuando volvió a cruzarse con alguien que era exactamente igual que él. Entonces Goethe recordó el primer encuentro y recordó las ropas que llevaba el misterioso viajero, las mismas que él llevaba en ese preciso instante.

Lord Byron

Lord Byron

   Como he dicho, es importante distinguir el doble de la bilocación. Lord Byron, por ejemplo, no ve a su doble pero sí sufre un episodio de bilocación, es decir, se le ve en dos sitios casi al mismo tiempo. En 1811 Byron se encontraba en Patrás luchando por la independencia de Grecia, cuando cae gravemente enfermo víctima de la malaria. En esas mismas fechas el rey Jorge III, que padecía una enfermedad mental recurrente, tiene su última recaída y se habilita un libro de registros para que las personalidades pudieran presentar sus condolencias y firmar. Según varios testigos Byron se presentó y su firma quedó en el libro. Cuando meses después Byron conoció este episodio comentó: «Espero que por lo menos mi doble se haya comportado como un caballero».

Percy Bysshe Shelley

Percy Bysshe Shelley

   Hablando de Byron, el que sí se encontró con su doble fue su buen amigo Percy Bysshe Shelley. Desde luego, el encuentro de Shelley no pudo haber transcurrido en un ambiente más romántico. A principios de 1818 los Shelley se trasladaron a Italia, en principio a Venecia, tras los pasos de Byron. Se encontraban viajando de una ciudad a otra cuando un fantasmal doble se le apareció, silenciosamente, frente a la costa, y señaló hacia el mar. Poco tiempo después de esta aparición, el 8 de julio de 1822 Shelley se ahogó en ese mismo mar en una repentina tormenta mientras navegaba en su velero, el Don Juan, de regreso a Lerici desde Pisa con su amigo Edward Ellerker Williams.

Guy de Maupassant

Guy de Maupassant

   Es complicado reconocer el doble en el caso de Guy de Maupassant, que en los momentos finales de su vida comenzó a presentar graves problemas nerviosos y síntomas de demencia. En una ocasión se encontraba trabajando en su escritorio cuando el doble entró en la habitación, se sentó frente a él y empezó a dictarle cuentos que el propio Maupassant fue escribiendo. Fruto probable de alucinaciones, más que un encuentro puntual, en sus últimos años el escritor francés tuvo que acostumbrarse a convivir no solo con su doble sino con todo tipo de presencias misteriosas y de voces que nadie más podía percibir. Para Maupassant el doble no solo no era un mal augurio o algo que temer sino que fue una fuente de inspiración y casi un amigo.

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