Libros peligrosos de Marco Page

Hay títulos de libros completamente engañosos, que nos llenan de expectativas o, a veces es el caso, de prejuicios, y que se parten sobre nosotros como piñatas para mostrarnos lo inesperado. Cualquier día de estos escribiré sobre ellos. Es lo que me ha pasado, lo admito, con Libros peligrosos de Marco Page. Mentiría si dijera que no esperaba encontrar un ensayo sobre libros peligrosos, pero aunque libros peligrosos sí que hay, lo del ensayo es cosecha propia, porque se trata de una novela. Basta echar un vistazo rápido a la contracubierta no solo para hacerse una idea de qué va el libro sino para contextualizarlo.

Publicado por la Editorial Renacimiento, a través de Espuela de Plata, esta novela es algo así como la inauguración de una colección dedicada a un subgénero que en la literatura inglesa se conoce como bibliomistery, una suerte de novela negra en el que los crímenes se mezclan con libros. Un cóctel que para cualquier bibliófilo tiene que ser ganador. La elección de esta novela precisamente para inaugurar esta colección, que incluye ya otros títulos como El exlibris de Colfax o El manuscrito Borges, no puede ser más simbólica, porque Libros peligrosos es una novela escrita hace unas ocho décadas por un tal Marco Page, un nombre que en realidad es el seudónimo de un autor bastante desconocido en el mundo de la literatura, Harry Kurnitz, porque poco después de escribir este título, que además es su primera novela, se pasó al mundo del cine, trabajando como guionista para una de las principales productoras estadounidenses, la Metro-Goldwyn-Mayer.

Lo que esconde esta desconocida joya es una trama en la que un grupo de personajes transita por las calles del Nueva York de los años treinta, en busca de rarezas bibliófilas, de primeras ediciones, de textos inéditos, de manuscritos y de antigüedades. Un mundillo que nada tiene menos que ver con la imagen clásica (y por qué no decirlo, aburrida) del anciano bibliófilo que atesora documentos y más con la del cine negro, incluyendo investigadores privados, malvados infames y mujeres fatales. Toda una fauna que podría pensarse que es impostada, pero que tal vez no lo sea tanto, teniendo en cuenta cómo Travis McDave puso de manifiesto el mundo del hampa que existe alrededor del libro en su ensayo Los ladrones del Book Row.

Salta a la vista la pericia del autor para la escritura de guiones de cine negro. Casi podríamos imaginarnos la historia en blanco y negro. Harry Kurnitz construye el típico protagonista del género, Joel Glass: un tipo descarado y carismático con más olfato que un sabueso para los libros, los negocios y los crímenes. De forma un tanto involuntaria se ve envuelto en toda una serie de enredos que incluyen primero el robo de libros y la falsificación y después el asesinato. La estructura de la historia no es demasiado complicada (hay que tener en cuenta cuándo fue escrito el libro) y aunque el asesino no se acaba de desvelar hasta el final, no es difícil imaginar quién es antes de llegar a la mitad del la novela.

Siguiendo ese lenguaje cinematográfico, hay que decir que el ritmo es bastante dinámico y fluido y que su lectura es rápida. La trama se va enredando con constantes giros, lo que hace que sea una lectura amena. No hay demasiada profundidad en los personajes, pero tampoco se echa demasiado en falta para disfrutar de la historia. Todo eso hace que Libros peligrosos no sea una novela imprescindible, pero sí que se deje leer con bastante comodidad, sobre todo para aquellos que se declaren bibliófilos.

Solo queda celebrar que Espuela de Plata haya decidido abrir una colección dedicada a este tipo de ficciones. Hay cosas de las que nunca hay suficiente y los libros sobre libros es una de ellas. Solo queda esperar a que se vayan publicando los próximos títulos.

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