Hace unos días se viralizó el reciente descubrimiento en Pompeya del fresco de una naturaleza muerta que aparentemente mostraba una pizza. Los expertos no han tardado en señalar que no es posible, ya que los ingredientes clave necesarios para preparar el plato icónico de Italia, tomates y mozzarella, no estaban disponibles cuando se pintó el fresco hace unos 2.000 años. Los tomates se introdujeron en Europa desde América hace algunos siglos, mientras que el descubrimiento de la mozzarella cerca de Nápoles condujo directamente a la invención de la pizza en el siglo XVIII.
Lo que la imagen muestra más bien parece ser una especie de focaccia cubierta de fruta, entre ella se reconoce una granada, y posiblemente dátiles, además de alguna especia o un tipo de pesto. En el fresco vemos el alimento en un plato de plata, junto a un cáliz de vino. El contraste de la comida frugal servida en un ambiente lujoso, simbolizado en la bandeja de plata, en cierta manera sí nos recuerda a la pizza actual, un alimento que nació como un plato de pobres en el sur de Italia y que ha terminado conquistando a los más grandes restaurantes de todo el mundo.
La antigua ciudad romana de Pompeya fue destruida por la erupción del Monte Vesubio en el año 79 d.C. Este evento repentino y mortal dejó intacta parte de la estructura de la ciudad, conservada bajo la ceniza volcánica, y hoy en día es un importantísimo yacimiento arqueológico y una conocida atracción turística.
A pesar de no ser realmente una pizza, este descubrimiento se ha utilizado para promover este icono nacional. Hoy en día la pizza representa un tercio del presupuesto alimentario de los visitantes extranjeros y genera unos ingresos anuales totales de 15.000 millones de euros en Italia. El arte de la elaboración de la pizza napolitana, con sus cuatro fases de preparación y su cocinado en horno de leña a 485 grados Celsius, fue incluido en el patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO en 2017.
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