Hace unos pocos meses hablé aquí en La Piedra de Sísifo de las excentricidades de Shia LaBeouf y lo mucho que le gusta, al parecer, ser conocido por tales actos al joven actor. El artículo gustó y vi posibilidades de convertirlo en una mini-sección por la que fuesen desfilando más famosos a los que se les va la olla. ¿Y quién mejor para continuar con esto que el mismísimo Bill Murray? Dios entre mortales, amo y señor, la leyenda viviente de Hollywood. Como diría el personaje de Woody Harrelson en la película Zombieland: «¡Tócate los huevos, el p*to Bill Murray!».
Bill es conocido por todos. Lo petó muy fuerte en los 80 y los 90 por películas como Los Cazafantasmas y Atrapado en el tiempo. También fue nominado al Óscar en una ocasión por Lost in Translation y suele ser un habitual en las cintas del cineasta Wes Anderson. Aunque en realidad empezó en la pequeña pantalla, en el mítico Saturday Night Live, haciendo lo que mejor se le da, comedia. Desde que su carrera lo lanzó al estrellato, no ha dejado de ser un ídolo de masas, ya sea por su carisma o por sus incontables hazañas. De hecho, el hombre tiene tantas anécdotas, que existe un blog en internet dedicado exclusivamente a recogerlas todas. A sus 64 años sigue dando de qué hablar y parece no tener límite. Quizá los que no le hayáis seguido la pista, no estéis al tanto de las muchas locuras que hay tras su figura. Este artículo os sacará alguna sonrisa, seguro.
Comencemos con algunas de las más conocidas. Bill es un muy aficionado jugador de golf. Tanto es así que hasta juega en competiciones profesionales. En 2006, Bill se encontraba en la ciudad de St. Andrew´s, Escocia, ya que había ido a jugar un torneo de aficionados. Tras dicho encuentro, se fue a un bar para beber, y allí se lo encontró un fan. Se dice que Bill se estaba aburriendo mucho, por eso accedió de buen grado a ir con el chico, un estudiante de la zona, a una fiesta en una casa particular. Allí bebió, se divirtió, y fue el centro de la juerga. Eso sí, antes de marcharse, se ofreció muy amablemente a quedarse para lavar los platos. Caballeroso ante todo.
Una de las grandes anécdotas ocurrió en 2011, en un karaoke de Nueva York. El actor estaba por allí (dado que le gustan muchísimo este tipo de locales) cuando un grupo de amigos lo vieron y le invitaron a que participase con ellos. Bill se animó y pasó nada más y nada menos que cuatro horas contando chistes, cantando, e invitando a bebidas misteriosas de color verde. Lo más gracioso es que esta anécdota se asemeja mucho a una de las escenas de la peli Lost in Translation, en la que el personaje de Bill termina cantando en un karaoke con unos desconocidos.
En otra ocasión, en 2010, Bill estaba con dos amigos, raperos del grupo Wu-Tang Clan a los que había conocido en un rodaje, durante el festival South By Southwest. Ya de madrugada, los tres acabaron en un bar llamado Shangri-La que estaba a rebosar de gente. Murray, porque sí, se pasó detrás de la barra e insistió en servir él mismo las bebidas. No obstante, pidiese lo que pidiese la gente, el siempre sirvió un chupito de tequila. Hablando de otra fiesta, el año pasado un grupo de jóvenes celebraba una cena previa a una despedida de soltero en un restaurante de Charleston, Carolina del Sur. Estando allí, se dieron cuenta de que Bill Murray cenaba en una de las mesas. Lo invitaron a un trago, pero él rechazó la oferta. También le invitaron a la fiesta que habría después, pero volvió a rechazar. Más tarde, ya en la fiesta, llamaron a la puerta; se trataba del propio Murray. Este entró decidido y le dio al afortunado novio el siguiente consejo: «Si has encontrado a alguien que piensas que es el amor de tu vida, toma a esa persona y viaja con ella por el mundo. Ve a lugares a los que es difícil llegar, y de los que es aún más difícil salir. Y si, cuando estés de vuelta en el JFK (el aeropuerto Kennedy de Nueva York), sigues estando enamorado de esa persona… entonces cásate».
A pesar de que le encanta el golf, a Bill también le gusta mucho el kickball, un deporte estadounidense que mezcla mecánicas de béisbol y fútbol europeo. En otoño de 2012, un grupo de amigos estaba jugando al kickball en un parque de Roosevelt Island. Coincidió que Bill paseaba por la zona con sus hijos, y al ver a la gente jugar, ni corto ni perezoso se coló para animar el cotarro. Después de aquello, se quedó un rato para charlar con los jóvenes y, de paso, se sacó una magistral fotografía para la posteridad.
Sobre su personalidad a la hora de trabajar, se dice de Bill que es muy asiduo a discutir con otros por diferencias de opiniones. Además, tiene tendencia a escribir e improvisar sobre la marcha, cambiando por completo escenas, aunque muchos directores reconocen que esto hace mejorar el resultado final de la obra. Es muy conocido el hecho de que le rompió a Robert De Niro la nariz durante el rodaje de La chica del gángster, aunque de forma no intencionada. Con la que sí tuvo problemas porque quiso fue con Lucy Liu en el rodaje de la primera película de Los Ángeles de Charlie. Al parecer la chica le caía muy mal y discutían mucho. Murray dijo que nunca más trabajaría con ella, y dicho y hecho, pues su personaje fue sustituido por Bernie Mac en la segunda entrega. Ah, otro dato curioso, no tiene ni agente, ni asesor de negocios, ni estilista personal. Si quieres contratarlo, envíale un mail directamente, quizá tengas suerte.
Por último, tenemos la más variopinta e increíble de todas las anécdotas, que tiene bastante de leyenda urbana, pues no hay nada que la verifique de forma oficial. Y es que, cuentan por ahí, que a Bill le gusta ser un poco pillo y le va eso de robarte tus patatas fritas. Sí, así es. Desde hace años, muchos son ya los que afirman tal cosa desde lugares diferentes del mundo. Al parecer, siempre ocurre de forma similar: alguien está comiendo en una hamburguesería, de pronto llega Bill, le roba unas pocas patatas, y dice: «Si cuentas esto, nadie va a creerte». Y entonces se va. Lo más macabro de todo es que el propio actor nunca ha admitido o desmentido hacer tal cosa, con lo cual, la leyenda sigue aumentando su grado de epicidad. Ya lo dije antes, amigos, Bill Murray es Dios. Una vez le preguntaron que opinaba sobre sí mismo, sobre ser tan genial. ¿Y qué fue lo contestó?: «No estaba preparado para ser tan alucinante como soy. Estoy convulsionado. Es un flipe levantarse cada mañana y sentirse bañado en esta luz purpúrea».
Me encanta este hombre y su manera de vivir. Y lo de las patatas me lo creo, sinceramente. Puedo imaginármelo perfectamente diciéndome eso en un McDonalds
A la espera del siguiente artículo de gente a la que se le va la olla.