Son muchos los puntos oscuros que hay alrededor de la vida de William Shakespeare, por eso, siempre es una buena noticia que se produzcan descubrimientos que nos permitan arrojar un poco más de luz a su biografía. Se sabía que en algún momento a finales de la década de 1560 o a principios de 1570 el padre de William, John Shakespeare, hizo una petición al College of Arms para adquirir un escudo de armas para su familia. John, cuyos humildes orígenes se remontaban a al pequeño pueblecito de Snitterfield cerca de la ciudad de Stratford-upon-Avon, se casó con Mary Arden, que sí provenía de una familia con cierto estatus social. Un escudo de armas, acompañado del título de caballero, le habría convertido en alguien respetable. Sin embargo, no le fue concedido, quizá porque no contaba con la cantidad suficiente de dinero para que se lo otorgaran.
También se sabía que en octubre de 1956 William Shakespeare retomó la petición del padre alegando que John había sido alguacil de Stratford-Upon-Avon y que su bisabuelo había estado en el ejército. Finalmente el dramaturgo consiguió su escudo de armas, por el que tuvo que pagar unas 15 libras, lo que al cambio vendrían a suponer alrededor de unos 13.500 euros, además de un gasto anual de mantenimiento de casi 700 euros. En el escudo vemos una lanza, cuya punta podría simbolizar la destreza y la habilidad del Bardo, y un halcón, que era una de sus aves favoritas y que aparece con frecuencia en sus obras. A partir de ese momento, además, empieza a usar el título de caballero.
La concesión del escudo no estuvo exenta de polémica. Como explica Sylvia Morrir en The Shakespeare blog, en 1602 un funcionario del College of Arms acusó de corrupción a uno de sus compañeros y de otorgar escudos de armas a veintitrés personas indignas de la condición social necesaria. En la Inglaterra isabelina cada vez más personas se estaban enriqueciendo con el comercio y ansiaban el respeto social que solo un escudo de armas podía dar. Estos eran caros, entre 10 y 30 libras, pero el dinero por sí solo no era garantía para que lo otorgaran; había que demostrar además que tus antepasados te hacían merecedor de ese honor. Y Shakespeare, que era actor teatral, no tenía un oficio que fuera bien considerado en su tiempo. A pesar de todo, que sepamos nadie le quitó el escudo de armas.
Heather Wolfe, conservador en la Biblioteca Shakespeare Folger de Washington, ha descubierto recientemente en los archivos del College of Arms una serie de nuevos documentos relacionados con el escudo de Shakespeare. Un dato interesante es que muchos de esos documentos se refieren a Shakespeare como «el dramaturgo», lo que indica que en su época se tenía ya la conciencia de que él era el verdadero autor de las obras que se le atribuyen. Su escudo de armas murió con él porque no tuvo herederos varones ‒y su último descendiente directo murió en 1670‒, pero al menos sirvió para revestir sus obras con un halo de honorabilidad.
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