La telepatía nacional, de Roque Larraquy, editado originalmente en Argentina y que llega a España gracias a la editorial Fulgencio Pimentel, es una narración de lo extraño. A medio camino entre la ciencia ficción y el realismo mágico, esta pequeña novela es una apertura hacia las realidades deformadas, alternativas y fantásticas que solo la buena literatura puede ofrecer:

Al proyecto de crear el primer Parque Etnográfico del cono sur, nutrido por «negros, asiáticos, indios y subnormales», le sigue el desembarco de un lote de indígenas en el Buenos Aires de 1933. A través del testimonio de un empleado fiel, descubrimos que los recién llegados participan de un extraño ritual y que este desafía los presupuestos de la ciencia. A partir de ahí, el delirio. Y el quiebro de la historia reciente.

No había leído nada de Roque Larraquy, autor celebrado en Argentina, cuya tercera novela, esta La telepatía nacional, pronto demuestra los lugares por los que transita su voz narrativa. Es una novela compuesta por una narración que salta de un lado a otro, con el foco no en un solo personaje, tampoco en un coro, celebrando la omnipresencia narrativa como si el lector estuviera ante un dossier, un informe, un flujo de conciencia y un diario, todo al mismo tiempo en una coctelera. Aunque no quiero que esto se confunda con que la novela es un caos, nada más lejos: en la historia de los indios telépatas, de la Argentina que transita de una dictadura a otra y de la creación de un ministerio de espionaje a través de la telepatía, los personajes funcionan como actores que entran y salen de escena: llegan, cuentan su verdad y esperan que el siguiente compañero la desdiga. Así, tenemos varias partes diferenciadas: dos partes con una narrativa más tradicional, siguiendo un monólogo interior, en que los dos protagonistas, Dam y su mano derecha, que se enfrentan a la extraña telepatía de los indios en dos momentos distintos.

La siguiente parte es una relación de documentos internos, posteriores a los sucesos de las primeras partes, y que establecen un diálogo con la historia de Argentina; para dar un salto posterior a otra serie de documentos internos de la recién creada Comisión de Telepatía Nacional, donde se nos describe la figura y cometidos de las ajenistas, telépatas al servicio de la inteligencia y espionaje argentinas.

La novela de Larraquy abraza claramente la ficción especulativa, la narrativa de lo extraño, y lo hace con una soltura estilística formidable, hermosa a la vez que ligera, jugando con el estilismo y las imágenes, lo que hace de Roque Larraquy, ciertamente como he leído a los críticos de todo el mundo, un autor formidable. La lectura de La telepatía nacional es interesante tanto más por razones de voz y estilo que por su trama. Y es que la trama, aunque resulta interesante, se desarrolla de forma más bien escueta. Una vez que entramos en materia, todo se resuelve con unas pinceladas de a dónde se dirige toda la locura que se establecen en las primeras partes; un salto extraño, pues pasamos de una narración que me recuerda a Stevenson o Verne en su trama (los indios, el descubrimiento de sus capacidades, de sus maneras, la ruptura de la barrera entre el blanco y los indios a través de la telepatía) a una serie de anexos que funcionan como una narración fragmentaria que ayuda a dar saltos en el tiempo. Pero el cuerpo me pedía una tercera y final parte en que todo se conglomerara y tomara forma en una última narración que aportase a la excentricidad algo de substancia. Para ser claros: me ha faltado algo más de trama.

Quizás el autor haya huido de esto deliberadamente para darle a su historia la misma fragmentación que, según se explica, tiene la telepatía de los indios: que solo se ven retazos cuando se conecta con otra persona, que la experiencia es intensa, pero incontrolable. El mismo formato que tiene el libro, no me pasa por alto. Pero quiero más, porque el libro es realmente interesante, pero acaba cuando mejor se pone.

Como narrador, Roque Larraquy es espectacular. Como libro, La telepatía nacional es una lectura sorprendente que invita a acercarse más al autor y conocer sus extraños mundos. Una gran idea, una trama algo escueta, una prosa excelente.

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