Siniestro, folclórico e impactante. “El Atanudos” es un relato potente por la fuerza de sus imágenes, reta al lector a imaginar la presencia más allá de la materia de un ser cuyo “tótem” está representado por un atado desagradable de cabellos, pajas, banditas y basura entremezclada; un pequeño monstruo que se dedica a crear nudos enormes y gozar ante la contemplación de vernos desatarlos con una mueca de satisfacción en su sinrostro.
“El Atanudos” es un cuento que hace parte del libro La primera vez que vi un Fantasma (Candaya, 2018) de Solange Rodriguez Pappe, escritora ecuatoriana que se ha interesado por lo extraño, lo raro, lo monstruoso, no solo como un aspecto exterior sino que también se revela en la interioridad de sus personajes.

Solange Rodríguez Pappe. Fuente.
La historia la narra una adolecente, Ariadna –nótese el guiño irónico de la autora–, de pinta extravagante, quien parece llevar en su cuerpo las marcas de un pasado doloroso; ella nos conduce, como destapando una Muñeca Rusa, a una historia dentro de otra, algo que en principio parece banal, fruto de la superstición o la inventiva, pero que se va colando en las mentes y las vidas de quienes la escuchan.
La familia de Ariadna: su madre, padre y hermana, se mudan a su nueva casa, que bien me remitió a pensar en la típica casa embrujada de las películas cliché de Hollywood, pero aquí no es un asesino suelto o la presencia fantasmal de otro ser que habita la casa, sino un pequeño atado grotesco, expresión del mal, que encuentran sobre una repisa. Se trata, nada menos que de un ser que se aferra a quienes atormenta, atando no solo aquello que resulta fácil de atar, como un par de cordones o cuerdas, sino también los cabellos –algunos dirán al viejo estilo de los duendes–, las tripas y hasta las palabras, en un entramado de caos, dolor y miedo.
La idea de imaginar la presencia de este ser, del cual yo nunca había oído ni si quiera pensado en la posibilidad de su existencia, me entusiasmo de inmediato, con ese placer retorcido que genera una buena película de terror. Solange Rodríguez nos ofrece aquí una verdadera historia de miedo con todo el potencial de lo que una leyenda contada a media noche, en una habitación sin luz, podría ofrecernos, pues parte de lo popular para insertarlo en la inminencia de nuestras vidas.
En este preciso momento siento la necesidad de dejar de escribir esto para ir a revisar las esquinas y los rincones, sobre el armario o donde pueda ocultarse un atado siniestro y comiencen a retorcerse mis entrañas o las palabras que ahora leen. Si encuentran aquí errores de sintaxis, cabe la posibilidad, y aténgase a las consecuencias, de que entre nosotros se esté filtrando la figura macabra de El Atanudos, en un embrollo de extraños significados que ata mi lectura a la suya.
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