Desde hace tiempo, y especialmente desde que vi la ponencia de David Eagleman, tengo más y más claro que eso de la biología pronto pasará de moda. Quizá en uno o dos siglos. En realidad, ese cambio en la mente de la gente es algo que ya está ocurriendo aunque no nos demos cuenta. A pesar del hecho de que el transhumanismo moderno ocurre por necesidad, pronto la sociedad se volcará en él por capricho.

Atleta Aimee Mullins / Fotografías de Howard Schatz
Vale, no sabes de qué te estoy hablando, ¿verdad? Es normal y comprensible, porque hay poca gente que sepa qué puñetas es eso del transhumanismo o qué entendemos como un posthumano. Seguramente te suene más la palabra «ciborg» que el extropianismo. Bueno, digamos que para que existan los ciborgs han hecho falta los extropianistas.
Los ciborgs son esos humanos que han sido mejorados mediante la técnica de alguna manera, ya sea con mejor visión, más fuerza, ampliaciones de cerebro… y el extropianismo es un movimiento social que promueve la transformación de los humanos en ciborgs (entre otras muchas facetas).
En la fotografía superior se puede observar a la atleta Aimee Mullins, con piernas prostéticas que hace 100 años hubiesen sido imposibles y que usa para competir. ¿Es menos humana por haber decidido ponérselas en lugar de ir en silla de ruedas? Los extropianistas no solo dicen que no, dicen que pronto no hará falta una enfermedad para que nos animemos a cambiar nuestras piernas por tecnología prostética.
Uy, qué acojone, ¿no?
Para mí, no. Para muchos de los que leéis este artículo, es posible. Como extropianista autodeclarado (no sé si habrá que ir a algún sitio a por un carne o algo) me gustaría hacer un breve recorrido histórico por esos miedos irracionales a la tecnología que ha padecido, y padece a día de hoy, el ser humano.
Me pregunto qué pensará un hombre de las cavernas de que nos vistamos con prendas con botones y cremalleras. ¿Admitirá el uso de estas técnicas novedosas de vestimenta, o las considerará algo que ha trascendido esa barrera tecnológica considerada casi maléfica? Igual nos ataca al pensar que somos demonios.
Este pensamiento puede resultar extraño en nuestros días, pero cualquier asimilación tecnológica (al menos para el grueso de la humanidad) se caracteriza por una fase previa de miedo y aversión. Y esto incluye la violencia desatada hacia sus manifestantes.
Tecnologías a las que tuvimos miedo
Por ejemplo, durante cientos de años, los inventos bélicos no admitieron la pólvora al no confiar en ella ni saber controlarla. Basta con tener ciertas precauciones para su correcto almacenamiento, y la pólvora no es más peligrosa que el grano o la sal. Sin embargo, tuvieron que pasar decenas de décadas antes de que su uso se generalizara, a pesar de que las técnicas de depósito no cambiaron.
Cuando se creó la máquina de vapor, la mayoría de las personas pensaron que encender un fuego en la bodega de sus barcos era una solemne gilipollez y un riesgo innecesario para la tripulación. La máquina de vapor tardó casi medio siglo (toda una generación) en mejorar las embarcaciones por la negativa de la gente a su uso, sin importarles que, en realidad, no hubiese más peligro que tener remeros en turnos de seis horas.
Peor aún fue cuando se inventó la fotografía. Hubo de pasar casi medio siglo antes de que la gente se dejase fotografiar. Al fin y al cabo, es de todos sabido que la fotografía roba el alma. Algunas fotografías fueron seguidas de matanzas indiscriminadas y ataques contra los cámaras. El alma es un asunto muy serio.
El telégrafo, y posteriormente los grandes cables de cobre transoceánicos, fueron considerados un capricho inútil y sin sentido, además de algo malo por naturaleza para el espíritu humano, ya que una voz al otro lado del cable imitaba la del hablante.
En esas mismas fechas, el cambio de las lámparas de gas y aceite por bombillas eléctricas era considerado poco menos que brujería, y mucho del concepto moderno de fantasma viene de la época en la que la gente temía la electricidad. No es de extrañar que aún a día de hoy se mezclen conceptos como electricidad, ondas y fantasmas en las historias de fantasía (Who you gonna call‽).
Incluso, se dijo en su momento que «eso de Internet» era una bobada que distraía a la humanidad de su propósito, y que pronto sus creadores iban a reconocer la perversión de su invento.
Pero no acaba ahí la cosa. Lo cierto es que seguimos teniendo pánico incluso a tecnologías que están sobradamente demostradas que no son dañinas. Aún hay personas que piensan que el CERN creará un agujero negro sobre la corteza terrestre o que abrirán la puerta a una dimensión llena de monstruos (no, no es coña, hay gente que de verdad piensa que se puede abrir una puerta al infierno o algo parecido).
También tememos miedo de las ondas electromagnéticas que salen mágicamente del WiFi, aun a pesar de que es un concepto completamente absurdo para cualquiera que sepa qué es el WiFi y tenga un entendimiento básico de la física implicada.
Es relativamente coherente que se desconfíe de lo nuevo. Al fin y al cabo, si somos una especie inteligente es porque no nos hemos fiado de lo primero que encontrábamos para comer, así como no entrábamos en cualquier cueva que localizásemos. Investigábamos, probábamos y, sobre todo, nos íbamos a otro sitio no fuera a ser que eso nuevo nos matase.
Por suerte o por desgracia, lo nuestro no es ahora una huida evolutiva en la que tengamos que pisar con pies de plomo cada nuevo avance científico. Tenemos expertos en cada materia que saben mucho más de cada avance que nosotros, y que nos pueden informar al respecto. Basta con preguntarles. ¿Por qué no les escuchamos? Quizá porque somos idiotas. El caso es que, a día de hoy, hay muchísima gente que ve eso de los ciborgs como algo invasivo y antinatural, malo per se y opuesto a la humanidad.
Sin embargo, por necesidad, cada vez más personas llevan gafas, bombas de insulina adheridas a su cuerpo, implantes mecánicos en articulaciones, así como prostéticos como Aimee Mullins, que hacen su vida más fácil. Necesidades como la de la atleta les han obligado a sustituir partes de su cuerpo dañado (o no existentes) con ampliaciones con base no-orgánica. Lo que lleva a la pregunta: ¿Son menos humanos por haber cambiado parte de la biología con la que nacieron por tecnología avanzada? Para mí, no lo son, pero entiendo que alguna persona todavía les tenga algo de miedo (basado en el desconocimiento).
Y, como para mí son tan humanos como nosotros, no me parece descabellado pensar en que algún día sus implantes podrán ayudar a mejorar partes de nosotros mismos en las que vemos carencias. ¿Os imagináis cómo debe ser poder ver la temperatura, oler las estrellas o captar la radio sin dispositivos intermediarios? Directamente a vuestro cerebro. Ampliaciones de memoria, antenas satelitales, un pequeño centro médico subcutáneo o sensores para captar terremotos en nuestros huesos.
Me gustaría cerrar el artículo de opinión con otras tecnologías a las que pronto tendremos miedo: al Li-Fi, al grafeno, a los robots asistentes, a volar por encima de la estratosfera, a la educación en la nube, a la inteligencia artificial, a la realidad aumentada, el control del clima, la secuenciación de genes, los vehículos sin conductor, entre otros.
Este es un artículo de opinión. Si la tuya difiere, puedes usar la caja de comentarios para iniciar un debate siempre y cuando lo hagas con educación 😉
Los avances de la biomedicina y de los materiales compositos han creado una serie de aparatos para ayudar al ser humano, los exsoesqueletos, las articulaciones y las prótesis completas para piernas, integradas al sistema nervioso y recibiendo órdenes desde el cerebro como las piernas de carne y hueso son avances extraordinarios, al igual la óptica integrada al nervio óptico o implantes cloqueares que permiten oir , todos estos instrumentos superan nuestros miembros y sentidos, generando un ser humano mas acorde con necesidades de este mundo moderno.
Hola, Heliber,
lo cierto es que estoy de acuerdo contigo: el mundo actual o moderno empieza a demandar cambios en la configuración «de serie». Hace siglos usábamos un canario para detectar grisú. Desde hace tiempo, sensores y alertas externas nos avisan de lo mismo. Pronto, una serie de periféricos nos ayudarán a que no sea tarde en estas y otras emergencias.
Muy buen artículo. Déjame que te de mi opinión… soy un gran aficionado a la ciencia ficción y siento que tengo mucho que opinar.
En primer lugar me gustaría recomendarte un libro Homo Plus, de Frederik Pohl. Jústamente habla de esto: la necesidad de convertir a un hombre en un ciborg para poder conquistar marte, y de si ese hombre sigue teniendo humanidad o no. Te jutor que es un aporte de sensaciones maravillosas: desde el asco que da todo lo que le hacen hasta el final, que no lo voy a desgranar.
Lo cierto es que supongo que es necesario: hay personas que necesitan transformarse en posthumanos para poder mejorar su vida, como la chica de la fotografía. Ahora bien ¿es ético mejorar tu cuerpo por que si? Supongo que es un caso similar a lo que sucede con la cirugía estética: todo tiene un límite. Las mejoras tecnológicas del cuerpo humano deberían hacerse con un objetivo.
Hace poco en un programa de la TV salía un chico que se implantó un sensor para oír los colores puesto que el no los distingue: ve en escala de grises. El se denomina a si mismo ciborg. En este punto lo considero lógico y útil.
Tengo una amiga con un implante cloqueal. También es un cíborg, y el implante le es útil puesto que está prácticamente sorda.
ahora bien, hacerlo por frivolidad… imagínate, cortarte una pierna para ponerte una prótesis que te de más velocidad y más salto… me parece, mentalmente, excesivo. Los hombres debemos ser conscientes de nuestras limitaciones. De lo contrario corremos el riesgo de perder nuestra humanidad, de considerarnos superiores en todos los sentidos.
Te recomiendo otro libro que me parece interesante si te gusta la CF: Illion, de Dan Simmons. En el aparecen Posthumanos, que se consideran verdaderos dioses con derecho a jugar con los que aún son humanos.
Un ejemplo de ridiculez: en un cómic de Peter David, Factor X, un científico que se quiere convertir en un supervillano se quita las manos y se implanta herramientas de construcción, sólo para descubrir que sin manos no puede abrir la puerta de su laboratorio, dentro del que muere de hambre…
Joder, Eduardo, dime a dónde tengo que pedalear para darte un abrazo.
Eres la primera persona que oigo que ha leído Ilión/Olimpo y que, además, lo recomienda. Es/son mi novela favorita con diferencia, y la he leído unas seis veces como poco. Me encanta, y siempre la recomiendo. Creo que Simmons, en su faceta de ciencia ficción, deja atrás convencionalismos modernos (y futuros). Si no has leído su otra tetralogía (Hyperion), seguro que te gustará, al menos la primera novela. Simmons vuelve a jugar con la literatura anterior a él, y es un artista en lo que a creación de universos se trata.
El tipo que escucha los colores es Neil Harbisson. Al menos creo que te refieres a él. Es el primer ciborg autodeclarado, y padre de un movimiento posthumanista del que no sé si él mismo es consciente. Probablemente sea estudiado en el futuro como precursor del germen de una humanidad no biológica.
Con respecto a cortarse una pierna, te doy la razón en que puede parecer excesivo. ¿Para qué? ¿Para ponerse una palanca o maquinaria pesada? ¿Y qué pasa si quiero dar marcha atrás y volver a mi pierna? Creo que nuestro análisis moderno es muy limitado, porque quizá dentro de 500-1000 años seamos capaces de crear piernas biológicas a medida, y volver atrás será una opción. Ahora no, claro. Si te cortas la pierna te quedas sin ella xD
Me ha encantado la nota del comic. Yo antes de quitarme las manos actuales me instalo otras como back-up en la espalda 😉
Gracias por tu comentario, me ha alegrado el día.
Gracias, a mi también tu blog… lo cierto es que si que he leído Hyperion y como tu ya unas cuantas veces. Y también Endimion… y de vez en cuando busco en internet a ver si ha sacado alguna grandiosidad del estilo.
No se, lo de crear piernas biológicas a medida… el otro día hablaba con mi novia de la comida del futuro y pensaba en eso que se planteaba en la ciencia ficción catastrofista de que en el futuro comeríamos todos una pasta insípida hecha en plantas de cultivo de algas (como en Mercaderes del Espacio)… lo cierto es que pensaba yo… para que? Ahora hay impresoras 3D… por que no imprimir con esa pasta un filete tan parecido al real que te importe que lo haya hecho una máquina?
Pues esto igual: quien sabe si en el futuro no podremos construirnos miembros con impresoras 3D… ya puestos… miembros de quita y pon… como el Inspector Gadget, paradigma del TRANSHUMANISMO, no?
Será un futuro divertido 😀
Curioso lo que apuntas, la sustitución de una parte del cuerpo humano defectuoso o inexistente por una pieza mecánica se considera lícito, pero si ese miembro está sano y se hace por simple mejora, se censura. Sin embargo, de una cosa a otra solo hay un paso y ya estamos empezando a darlo. Ejemplo, a una amiga de mis padres que tenía que sustituir unas piezas dentales por implantes le recomendaron, para evitar problemas, que se quitara también las piezas sanas y se pusiera la dentadura completa con implantes.
¿Hizo bien o no?
Lo que planteas es es eslabón entre la necesidad y la voluntad. Quizá no tendría problemas, quizá sí, pero retiró parte de su materia orgánica por un «por si».
El motivo de esos «por sis» ahora será médico o económico, pero en un futuro será laboral, social, de aceptación en grupos,…
Muy interesante tu anécdota =)