Todo lo que empieza tiene que acabar. Aceptación de Jeff VanderMeer supone el punto final para la serie que comenzó con Aniquilación y continuó con Autoridad ‒¿no es curioso que los tres títulos, en orden, parezcan una especie de sesión terrible de terapia conductual?‒. Son innumerables las preguntas las novelas de VanderMeer fueron suscitando: ¿Qué es el Área X?, ¿quién o qué la creó?, ¿de dónde vino, cuándo y por qué? A pesar de que Aceptación completa el siniestro círculo de la trilogía de Southern Reach, los lectores que se acerquen al libro esperando respuestas no las tendrán todas consigo. Aún a riesgo de spoilear, hay que decir que el Área X permanece al final tan desconocido como cuando se atravesó su frontera imposible al principio de la serie. Bien podríamos decir lo mismo que dijo Winston Churchill sobre la política rusa: «Es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma, pero quizá haya una clave». Porque clave, la hay.
Como es lógico, Aceptación no es tanto una novela independiente como el final de una serie. ¿Cómo podía VanderMeer darle una vuelta de tuerca a la historia para no dar la sensación de ofrecer más de lo mismo? Con Autoridad lo consiguió, creando un libro muy distinto a Aniquilación pero al mismo tiempo parte evidente de un mismo universo narrativo. En el caso de Aceptación, la clave principal está en su estructura. Si en Aniquilación y en Autoridad identificábamos claramente a sus protagonistas ‒la bióloga y Control, respectivamente‒, Aceptación está formada por tres hilos narrativos diferentes, lo que crea un ritmo más agitado y oscilante. De esta forma, con viajes en la historia hacia delante y hacia atrás, VanderMeer va cerrando algunas cuestiones planteadas por los dos primeros libros, abre nuevas tramas y desvela, siquiera de forma parcial, la génesis del Área X.
Por fin podremos saber más sobre Saul, el farero cuya atormentada presencia ha sido una de las constantes de la serie, escondido en lo más profundo de la Torre, epicentro del Área X, y convertido en un ser conocido como «el reptador». Aceptación nos revela el pasado de Saul antes de la aparición del Área X, y sus encuentros con un misterioso par de individuos que trabajan para lo que se conoce como la Brigada de Ciencia y Espiritismo. Independientemente de cuál sea su misión, parece claro que trabajan para la Central, el siniestro organismo que dirige Southern Reach desde las sombras, lo que nos hace pensar que o bien ellos desencadenaron de alguna forma el Área X o bien ya sabían que se iba a producir. De cualquier forma, el destino de Saúl quedará para siempre vinculado al lugar.
Otro hilo narrativo continúa la acción inmediatamente posterior a la de Autoridad. En ella iremos tras los pasos de Control y de Pájaro Fantasma, la réplica de la bióloga de Aniquilación. Entrar en los misteriosos dominios del Área X no es solo un último intento desesperado por obtener respuestas, es la única alternativa que queda frente a su crecimiento y su asimilación de la realidad. Poco a poco se van desvelando más secretos de ese mundo demencial que es el Área X. Dentro el tiempo transcurre de una manera completamente diferente, y descubriremos llenos de horror que la psicóloga ha pasado los últimos treinta años intentando sobrevivir o que la bióloga original se ha transformado en una especie de bestia lovecraftiana. El hallazgo es espeluznante e irresistible a partes iguales: tal vez Pájaro Fantasma sea el último y más logrado resultado de una serie de clonaciones por parte del Área X, que mandaba la copia al mundo real y se quedaba con la persona original para asimilarla y adaptarla a su universo.
Una tercera narración más se centra, en segunda persona, en el personaje de la psicóloga y directora de Southern Reach. Aún estando vinculada al Área X ‒es quizá el personaje más obsesionado de todos con él‒ esta parte es quizá la menos interesante del libro porque deja a un lado el inquietante espacio para desarrollar todas las maquinaciones políticas que hay tras la Central y su inmediato superior, el director Lowry. Todo muy Expediente X.
El verdadero logro de las novelas de VanderMeer radica menos en sus tramas bien diseñadas que en el ojo increíblemente evocador y naturalista de su autor. Su lenguaje es metafórico pero riguroso, tan preciso como fértil. El Área X es mucho más que una mera atmósfera, los ricos detalles naturales que la componen son la técnica más poderosa de la trilogía y, de alguna manera, su objetivo, lo que la convierte en la verdadera protagonista omnipresente. No es de extrañar que el personaje más importante empiece siendo una bióloga, y no es menos extraño que cuando Control, con su falta de aprecio por el mundo natural, toma la palabra la narración se vuelva más gris y monótona frente a las partes en las que toman la palabra la bióloga, el farero o la psicóloga, partes que en ocasiones tienen la capacidad de multiplicar la experiencia que tiene el lector de la realidad.
Hay quien considera que la ciencia ficción está llena de equipos tecnológicos brillantes y futuristas, pero, de hecho, hoy en día el género tiende mucho más hacia la inquietud de VanderMeer, parecida a Poe. Su trilogía termina de una forma muy parecida a la que empezó. Su universo es más inquietante de lo que se pueda imaginar, y cuando aparece una puerta que parece que dará alguna explicación en realidad da paso a algo todavía más insondable. Es ahí donde el truco de VanderMeer se pone de manifiesto: la historia de sus novelas no se trata de conocer y de entender, que es lo que suelen buscar en las novelas las personas racionales, sino de la imposibilidad de saber y del fracaso de lenguaje humano y de la inteligencia para abarcar algo que es completamente y totalmente ajeno a nosotros. Eso explica por qué al final de Aceptación nuestra comprensión del Área X ha aumentado pero no se ha resuelto por completo.
Es de agradecer que el autor no haya añadido una explicación final de pegote para todo, pero la sensación inevitable es que ha quedado un tanto inconcluso. De cualquier forma, hay que reconocer que con el Área X VanderMeer ha creado un universo tremendamente complejo y no sería sorprendente que en un futuro decida retomarlo y revisarlo. Si ese fuera el caso, ya tendría un lector asegurado.
Hola, me gustó mucho la reseña. Y sólo quiero agregar que no me parece para nada mal que no hayan mayores explicaciones acerca de la naturaleza del área X. Pasar tres libros explicando qué un fenómeno es incomprensible por la mente humana, que está más allá de nuestra capacidad para razonar y procesar información, y luego ponerse a dar explicaciones sería, cuando menos, decepcionante. Gracias!