Ignorancia pluralista es un término definido por los psicólogos que muestra una cara compleja de la sociedad. ¿Alguna vez has estado completamente seguro de que tu grupo de amigos estaba a favor de algo pero, una vez lo habéis hablado, resulta que había multitud de opiniones sobre el tema? De eso va la ignorancia pluralista, un sesgo que nos limita a la hora de valorar las opiniones de grupo, y que evita que se hable sobre ciertos temas por temor al qué dirán.
La ignorancia pluralista es un fenómeno por el que creemos que hay una falsa opinión mayoritaria. Tim Urban, en un magnífico hilo, lo explicó de la siguiente forma. “Imagine un grupo de personas que tienen una amplia variedad de puntos de vista sobre un tema determinado. Podemos representar lo que piensa cada persona con un cerebro: el color del cerebro representa su punto de vista. Así es como se ve una rica diversidad de pensamiento”.
Como puede observarse en la imagen, cada persona tiene una opinión variada sobre un tema dado. Hay una pluralidad y heterogeneidad en la forma que tenemos de entender algo y, aunque sí existen varias posturas mayoritarias, por lo general no hay consenso. Tim continúa: “Ahora pongamos un círculo alrededor de cada cerebro. El color del círculo representa lo que cada persona DICE sobre el tema. Cuando todos dicen lo que realmente están pensando, el círculo coincide con el cerebro, lo que permite que los cerebros hablen entre sí. El grupo forma un supercerebro”.
Obviamente, no habría sesgo si no ocurriese lo siguiente: “Pero ahora imagine que las personas que creen en el punto de vista naranja comienzan a decir que cualquiera que no esté de acuerdo con el naranja es una mala persona. Nadie quiere parecer una mala persona, así que todos empiezan a fingir que están de acuerdo con la opinión naranja, aunque no es así”. Ocurre esto:
Dado que “la gente en realidad no puede ver el color del cerebro de nadie”, solo escuchar lo que dicen de viva voz, “a través del discurso”, ocurre que “ahora que todos dicen que están de acuerdo con el naranja, esto es todo lo que ven cuando miran a su alrededor”. Hay unanimidad en que hay unanimidad, aunque obviamente a estas alturas nosotros, que sí hemos visto el color de la gente, sabemos que esto no es verdad.
Ahora pensemos en una persona concreta. Por ejemplo, la persona que piensa azul en mitad de lo que él cree que es un mar naranja. ¿Cómo de probable es que esta persona asome la cabeza y diga “azul”? Y, donde “azul”, pongamos cualquier tema a priori conflictivo: hablar sobre LGTBI, la inmigración, el sexo o cualquier tema en el que quien piensa “azul” esté completamente convencida de que todos los demás piensan “naranja”. ¿Querrá desentonar esta perona? ¿Será sincera con su entorno? Probablemente no. Probablemente diga “naranaja” si le preguntan sobre el tema.
Cuando todo el mundo piensa que todo el mundo piensa algo, es mucho menos probable que exteriorice sus ideas, por temor a ser perseguido. Uno de los problemas más graves de la ignorancia pluralista es la no discusión de temas de interés. Por miedo a desentonar de lo que se piensa que es la opinión mayoritaria, un grupo de personas puede convertir en tabú la discusión de un tema.
Una de las mejores definiciones que he encontrado de ignorancia pluralista es la que publicaron Miller y McFarland en 1991: “La ignorancia pluralista es la creencia (incorrecta) de que las actitudes personales de uno son diferentes de las actitudes de las mayorías, y por lo tanto uno sigue lo que piensan que piensan los demás”. A su vez, es una forma de falta de diálogo y lo hace mucho más difícil, reforzando la idea de que todo el mundo piensa algo que, en realidad, no piensa.
Si todos los miembros del grupo rechaza en lo privado una idea, opinión o costumbre, pero cree que el resto de los miembros la aceptan de buen grado, es muy poco probable que exteriorice dicha idea en público. Y, de hecho, os estoy contando esto porque ayer tuve un encontronazo positivo con la realidad.
Estando yo completamente convencido de que habría un consenso generalizado sobre la ocupación del espacio vial por los vehículos privados, por los comentarios que me habían llegado en mi entorno sobre el tema, bastó un tuit en el denunciaba la falta de empatía de quien aparcaba en la acera para darme cuenta de que muy pocos decían “naranja”.
Parece haber un consenso generalizado sobre que las calles han de estar disponibles para las personas. Solo 12 cuentas que no se identificaron, y que presupongo el núcleo fuerte por el pensamiento “naranja”, se pusieron a insultar sin debatir. Algo me dice que para que haya ignorancia pluralista, alguien ha tenido que hacer previamente un fuerte trabajo de propaganda, mentiras y difamación que evitan que la gente hable de sus colores.
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