Diseño de cubierta de Laura K. Corless

Ya he hablado en esta web de Cómo vender una casa encantada, la novela de Grady Hendrix, cuando entrevisté a su autor en Madrid gracias a una invitación de su editorial en castellano, Minotauro. Ahora, sin embargo, vengo a reseñar la novela. Una de las mejores historias de terror que se han lanzado en los últimos años, pero también una muy humana.

Cuando Louise se entera de que sus padres han muerto, teme volver a casa. No quiere dejar a su pequeña con su ex y volar a Charleston. No quiere enfrentarse al domicilio familiar, donde se amontonan los restos de la vida académica de su padre y de la constante obsesión de su madre por los títeres y los muñecos. No quiere aprender a vivir sin las dos personas que mejor la han conocido y más la han querido del mundo entero.

Sobre todo, no quiere tener que lidiar con su hermano, Mark, que nunca ha salido de Charleston, es incapaz de conservar un empleo y no lleva bien el éxito de Louise. Por desgracia, ella lo necesita, porque, para vender esa casa, va a hacer falta algo más que una manita de pintura y retirar los recuerdos de toda una vida. Pero hay casas que no se dejan vender, y la de Louise y Mark tiene otros planes para ellos dos…

Cómo vender una casa encantada tiene todo lo que una novela de Hendrix, un autor que, como no me canso de repetir, está revitalizando el género de terror. Y lo hace, en mi opinión, con dos estrategias claras: se toma enserio el género y, al mismo tiempo, no lo hace. Conocí a Hendrix gracias a su ensayo ganador del premio Bram Stoker, Paperbacks from Hell, una lectura que recomiendo encarecidamente; un fetiche para amantes del terror que ojalá se publique en castellano y llegue al máximo de público. En este descubrí muchas novelas que podrían catalogarse de serie b, con argumentos que parecen sacados de un videoclub de los horrores, pero que, lejos de ser literatura pulp del montón, son atrevidas, desinhibidas y, en más ocasiones de lo que hubiera apostado, llenas de calidad literaria. Pero claro, el terror es el terror y muchísimos lectores lo minusvaloran. Las novelas de Grady Hendrix son un poco así. Toman tropos clásicos del género y vuelven sobre ellos sin reverencia: se nota que el autor conoce el género sobre el que escribe y se nota que tiene un don para conectar con los lectores. Sus novelas son definitivamente humanas.

Esto mismo ocurre con Cómo vender una casa encantada, que en su primer centenar de páginas ni siquiera parece una novela de terror. O, bueno, lo parece en la medida en que todos tenemos miedo de enfrentarnos a la muerte de nuestros padres. Esto es lo que le sucede a los protagonistas, dos hermanos que se enfrentan al duelo de formas muy distintas. Claro que la casa encantada (y qué hacer con ella) se convierte en la trama que hace avanzar una acción llena de misterio, giros, momentos de terror que hacen las delicias de cualquier adaptación cinematográfica (y ya se adaptó el pasado año la novela de Grady Hendrix El exorcismo de mi mejor amiga, que si bien no es tan redonda y emocionante como el libro, hace bien sus deberes); pero la cosa va mucho más allá de la casa encantada. Porque hablar de fantasmas casi nunca es hablar de fantasmas. Cómo vender una casa encantada trata sobre la familia y sobre la infancia: lo difícil que es, a veces, criarte con otra persona con la que a lo mejor no tienes en común más que un vínculo de sangre. Cómo la infancia es diferente según quién la recuerda. Y cómo, a veces, una muerte en la familia es el desencadenante de muchos dramas más allá de la misma desaparición. Grady Hendrix comprende lo que hace grande al género, quizás en la misma medida en que solo Stephen King supo hacerlo: el terror es el género más humano, porque no hay nada más humano que temer lo desconocido.

Hay espacio para las sorpresas: nada es lo que parece en esta novela y el mismo título es engañoso. Sí, hay una casa encantada, pero la trama dará muchas vueltas hasta cerrar una historia familiar absolutamente bien narrada, con una prosa elegante y adictiva, con unos personajes llenos de carisma que conforman un libro de los que gustan. Cuando acabo una de sus novelas siempre acabo diciéndome: «¡Cómo me gusta Grady Hendrix!» Y es que me emocionan y me lo paso genial con sus libros. Es una sensación que me recuerda al momento en que, siendo niño, descubrí la literatura y lo que esta y mi imaginación podían hacer juntas. Algo que poquísimos autores me han transmitido ya siendo adulto.

No estoy de acuerdo, sin embargo, con aquellos que tildan las novelas de Hendrix de terror y humor. Uno estaría tentado de imaginarse un Terry Prattcher lleno de monstruos, y nada más lejos. Cómo vender una casa encantada, como ya hicieron en su día El exorcismo de mi mejor amiga o Guía del club de lectura para matar vampiros, demuestra que lo que hay detrás es pura vida: porque la vida está llena de absurdos, de humor, de drama, de lloros, de terror y de todo eso que puebla estas novelas. Porque a veces la única reacción coherente ante el horror es la sátira, o el cinismo. Creo que es fácil tildar a estas novelas de una mezcla de humor y terror, y creo que esa etiqueta (como casi todas las etiquetas) es un enorme error. Las novelas de Hendrix son coherentes y llenas de matices. Son ácidas, esperanzadoras, atrevidas y llenas de los tópicos que han hecho grande al género. Hoy día a estos tópicos hay que actualizarlos un poco, y en vez de una casa encantada sin más tenemos un muñeco diabólico, o un Ikea. Nos habla a nosotros, los que crecimos con el terror, pero también a los que ahora crecen y necesitan un referente dentro del género. Hay vida más allá de Stephen King, y se llama Grady Hendrix.

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