Biblioteca de la ciudad de Gifu

Biblioteca de la ciudad de Gifu

  Hace unos días hablaba del Bookfighting, un demencial deporte en el que, al estilo del balón prisionero, los contrincantes se lanzan libros entre ellos para ganar puntos. Teniendo en cuenta que este tipo de prácticas pueden deteriorar innecesariamente un libro, a partir del artículo que le dediqué se generó entre algunos lectores una pequeña pero interesante discusión sobre los límites de lo que se debe o se puede hacer con un libro. Pues bien, también desde hace unos días se ha venido desarrollando en Japón un debate muy parecido, aunque a mayor escala, sobre el respeto a los libros. El detonante, sin embargo, es mucho más sutil que el Bookfighting: ¿es lícito utilizar un libro como una ficha de dominó?

   Todo empezó cuando la biblioteca de la japonesa ciudad de Gifu anunció que, para celebrar su reciente remodelación y su nueva apertura, el 12 de julio pretendía batir el record mundial de dominó de libros tirando unos 10.000 de ellos, una marca que curiosamente, con 5.318 libros, en la actualidad no pertenece a ninguna biblioteca o librería sino a la empresa británica fabricante de galletas y dulces United Biscuits.

Record de United Biscuits

Record de United Biscuits

   La biblioteca japonesa anunció que con ese evento no solo pretendía promover sus instalaciones sino convertir a Gifu en una «ciudad del libro» y que una vez conseguido muchos de los ejemplares serían vendidos en su tienda de libros usados, aunque parece que ni todas esas buenas intenciones fueron suficientes para satisfacer a un ejército de lectores descontentos ante la idea de usar libros como piezas de dominó, lo que entienden que es una falta de respeto tanto para los lectores como para los autores de esos libros. La página de Facebook del evento se inundó rápidamente con quejas. «Si alguno de mis viejos libros está ahí, por favor no lo utilicen», escribía uno de los indignados lectores. Otro decía que los libros no son juguetes para usarlos como fichas de dominó y que las autoridades de Gifu deberían avergonzarse de algo así y prohibir el evento. Y muchos medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de la polémica, haciendo que esta tuviera todavía más repercusión.

   ¿Es este intento de récord mundial una absoluta falta de respeto hacia los libros que solo busca popularidad o es un inofensivo y entretenido acto de celebración de los libros? Personalmente esta discusión me recuerda mucho al discurso que el Capitán Beatty le da a Guy Montag en Fahrenheit 451 cuando le explica por qué se han prohibido los libros. Si estamos más preocupados por herir la sensibilidad de colectivos ‒en este caso el de los lectores‒ que por mantener la libertad de expresión, llegará un momento en que ya no habrá libertad de expresión porque siempre habrá alguien que se sentirá ofendido.

   ¿Y tú qué piensas? ¿Crees que es una falta de respeto utilizar libros como fichas de dominó? ¿Dónde y cómo poner los límites entre lo que es lícito y lo que no es lícito hacer con un libro?

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