Hace unas semanas hablaba sobre Playjudgey, una aplicación que va mostrando diferentes cubiertas de libros para que les demos una puntuación, que posteriormente es comparada con la nota que esa misma cubierta ha obtenido en Goodreads, una de las mayores comunidades de lectores del mundo. Tanto éxito ha tenido la página que solo en una semana la han utilizado 300.000 personas; teniendo en cuenta que a cada persona se le preguntaba sobre diez cubiertas, eso nos da un total de tres millones de puntuaciones distintas.
Pues bien, los creadores de esta aplicación han decidido darle una utilidad a esta enorme cantidad de datos y los han utilizado para hacer una reflexión en su blog sobre la importancia del diseño de la cubierta de un libro y su relación directa con la percepción que el lector tiene de ese libro y con la calidad real de su contenido. Además han reunido todos esos datos en una infografía en la que se muestran las puntuaciones que los usuarios de Playjudgey han dado a cien libros, junto con las puntuaciones que esos mismos libros han obtenido de los usuarios de Goodreads por su contenido, independientemente de su cubierta. Como la mayor parte de los libros son títulos que los usuarios de Playjudgey probablemente no hayan visto nunca, se trata de comparar la percepción que se tiene del libro a través de su cubierta con la calidad del contenido de ese libro.
En cada libro hay dos barras que representan las distintas puntuaciones: en gris se muestra la calificación basada en la cubierta ‒en torno al tres‒ y en rojo la calificación que el libro recibió según su contenido por los usuarios de Goodreads. Los resultados no dejan lugar a dudas: se tiende a infravalorar el libro si basamos nuestra opinión únicamente en su cubierta. De los cien libros solo unos cuantos consiguen mejores puntuaciones por su cubierta que por su contenido. Uno de ellos es, por ejemplo, Matar un ruiseñor de Harper Lee, que obtiene un 4,0 frente a 4,2 respectivamente, quizá por ser una novela muy conocida. Frente a esta, otras novelas también conocidas como Los juegos del hambre o Crepúsculo obtienen resultados muy inferiores.
La conclusión de este experimento es doble, tanto para lectores como para diseñadores. Para los primeros, que si juzgan un libro por su cubierta es probable que se equivoquen; y para los segundos, que tienen que poner el mayor de los cuidados en este aspecto del libro porque es una carta de presentación importantísima que puede marcar de forma decisiva la valoración que se haga del contenido del libro.
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