Nadie espera despertarse durante varios meses en un hospital. Es una de esas cosas que le pasa al resto de personas (porque tú eres inmortal) hasta que te pasa a ti. Todo va bien, pero un día un médico te dice que es mejor que guardes cama en la habitación de un hospital. En esta:
Imaginemos, por hacerlo más agradable que te recuperas de algo. Por ejemplo, un accidente. Es decir, no te estás muriendo, pero te quedan muchos meses de recuperación por delante. Y todo apunta a que van a ser meses muy aburridos.
Miras al techo, a las paredes, quizá a tu octogenario compañero («Hola, Pepe» «Muy buenas»), y te das cuenta del reto mental que supone estar encerrado con Pepe y contigo mismo. Es en ese momento en que empiezas a echar de menos un buen libro.
Un buen libro lo cura todo, pero pesa bastante
Vale, todo no. Por ejemplo, un buen libro no cura la pupa de caerse por unas escaleras y pintar de gris los escalones, así como tampoco de una explosión nuclear. Pero sin duda cura la mente en periodos de soledad y aburrimiento. Y lo dice alguien que se aburre con frecuencia de las interacciones humanas y busca habitaciones sin gente para su ocio.
Como consumidor sin mesura de libros y revistas, siempre estoy a la caza y lectura de nuevos libros, pero no pocas veces me ha pasado por la cabeza «¿Qué pasa si estoy inmovilizado en un hospital? ¿Quién me traería libros?».
Los libros, como bien sabéis, son objetos relativamente pesados que cuesta mover de un lado para otro, aunque haya a quien no le importe ir cargado de ellos. Basta llevar dos o tres en la mochila para ir arqueado todo el día. Son, por tanto, objetos poco prácticos para que un amigo ande de un lado a otro llevándote y trayéndote.
¿No te lo he dicho? En esta peripecia necesitarás un amigo.
El amigo que te trae libros
Durante meses será tu compinche, pero ten cuidado con no presionarle demasiado. Será ese amigo tuyo que sabe qué puñetas es lo que lees y qué te hace tilín. El resto de los amigos que tienes solo saben que «Al chaval le gusta leer y otras cosas raras», pero poco más se aventuran a apostar.
Pídele un par de libros a la semana, no más aun a pesar de que tú vayas a consumir siete u ocho, porque si no terminará por cansarse de idas y venidas. Tu familia también puede echarte un cable, pero mándales a tiro hecho:
«Ve a la librería Tal&Cual y pregunta por el libro Tal&Como»
Ten en cuenta que el 90% de los humanos no comprenden qué significa ISBN, ni pretenden aprenderlo nunca. Dales instrucciones claras y precisas, o escríbeles notas que entreguen directamente a los libreros. Ellos sabrán qué hacer.
El libro electrónico
No importa que sea un eBook, un teléfono móvil, una tablet o un PC. Vas a tener 14 horas diarias para leer, y cualquier cantidad de libros físicos que tus amigos y familia te lleven serán pocos. Mejor prepararse y tener ya un dispositivo lleno hasta arriba de libros que quieres leerte. Por ejemplo, yo tengo una carpeta con más de 1000 ePubs libres, principalmente de autores fallecidos hace ya, que podrían ser mi pasaporte contra el aburrimiento en un caso así.
Otra idea es la de bajarse una aplicación tipo Kindle (solo para tienda de Amazon), Google Books (compatible con formatos libres) o Aldiko (admite todos los formatos), y suscribirse a algún tipo de cuenta de pago para la descarga masiva de texto.
En este sentido hay bastantes tarifas planas de libros que están bastante bien, y que amortizarás con mucho margen:
- Kindle Unlimited: es el All You Can Eat de la lectura. Pagas 9,99 euros al mes y puedes leer lo que desees.
- Skoobe: por el mismo precio de 9,99 euros tenemos más de 60.000 libros por leer. Yo soy fan de Amazon, pero quien diga que en 60.000 libros no tiene su estilo es que es muy pejiguero.
- Nubico: No sería mi primera opción porque tiene muchos menos libros (15.000). Su ventaja a cambio es que tiene cuotas más bajas, de 8,99 euros.
Por supuesto, para los libros electrónicos necesitarás un cargador de pared y un cable muy largo.
Porque nadie tiene pensado vivir un tiempo en un hospital. Pero oye, qué si pasa estamos preparados con nuestro baúl de libros, aunque este sea un teléfono móvil.
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