La librería Bartleby (Calle Cádiz 50, Valencia). Comics, libros, vino y un buen ambiente para hablar de lo que más nos gusta.

¿De qué se habla en una tertulia literaria?

Alberto Torres Blandina (Cosas que nunca ocurrirían en Tokio, Con el Frío, Contra los Lobos…) organiza estas reuniones en la librería Bartleby de Valencia. Un grupo de escritores, un libro en común, todo por hablar, nada que esconder. En ocasiones —como ésta—, los autores del libro elegido se arriesgan a unirse a la tertulia.

Por fortuna, se han encontrado las crónicas de lo allí sucedido.

Enero 2017

Guillem López

   Nos reunimos a propósito y alrededor de Guillem López. En esta ocasión, por aforo, nos trasladamos al chéster de la librería. Alberto hizo las veces de Risto y Guillem se preparó para las andanadas inmisericordes de preguntas y comentarios de su obra, vida y milagros. Fue un asedio. Le estrujamos al pobre, hicimos una deconstrucción completa de sus inicios, de sus primeras novelas de fantasía, de las publicadas ahora, de alguna inédita y de las que están por venir, quizás solo pensadas. El gran Paco Umbral y su «he venido a hablar de mi libro» se hubiera sentido muy a gustito, repanchigado entre cojines y libros y fans atentos. Guillem salió airoso del envite, y si no salió por patas es porque le atamos al chéster, si en las fotos sonríe es porque le amenazamos con dejarle ahí toda la noche si no lo hacía. Nos habló de su proceso creativo, sus pizarras, sus esquemas, sus fichas de personajes, su documentación, su experiencia como escritor multipremiado…En esta clase magistral, Alberto sumó su propia voz, experiencia y proceso creativo, y en muchos puntos se contradecían. Fue todo un ejemplo de que no hay una forma, sino muchas, que cada uno crea como mejor le viene y puede, y que hay que disfrutar por el camino, por lo menos intentarlo. Sobre este punto también discutimos, sobre si el escritor disfruta escribiendo o es una frustración constante, debate permanente. Cada uno dimos nuestra opinión, pero nadie contradijo a Guillem. Creo que el hecho de que persiga los dos metros de altura y coleccione más tatuajes que todos los huéspedes de Alcatraz juntos tiene algo que ver para que nadie le contradiga. Me lo imagino negociando con sus editores: «Sí, sí, claro, lo que tú digas», debe de ser la frase que más escucha, menos para elegir el título de sus novelas, en eso ya nos advirtió que es una lucha perdida. También hablamos de talleres de escritura, de su conveniencia y curvas de aprendizaje, y discutimos de los programas que más usamos para escribir: Scrivner y Word. Creo que al respecto los escritores somos como los españoles con la tortilla de patata, hay quienes les gusta sin cebolla y hay quienes les gusta con cebolla, y no hay manera de acordar qué tortilla es mejor (bueno, yo lo tengo claro). Con estos temas de creación, mencionamos nuestras batallitas diarias con nuestras parejas, que sí, nos quieren, pero muchas veces no nos comprenden con eso de escribir tanto y tantas horas, ¿y de limpiar qué? ¿y has hecho la compra? ¿Y vas a levantar el culo de la silla? ¿y para que escribes de nuevo lo mismo?, y que después de tantos años de convivencia en esta locura venga la vida y te haga cambiar de pareja, y volver a la casilla de salida, a las mismas discusiones del principio, de ese penoso y arduo proceso de adaptación a nuestras manías…qué dura es la vida del escritor, oiga. Así que ya sabéis, limpiar un poquito más, no os olvidéis de hacer la compra y levantar de vez en cuando el culo de la silla, ahorrareis más tiempo y energía para dedicarlo a escribir que cambiando de pareja.

Challenguer

   Y es que la dupla Guillem-Alberto atrajo a más asistentes de lo normal, por fin, representantes de otras tertulias del reino de Muy Muy Lejano se decidieron a venir, y lo hicieron con sus ejemplares de Challenguer y La Polilla en la Casa de Humo manoseados y releídos, con mil pósits en sus tripas y diez millones de anotaciones en una lengua desconocida, quizá sea Klingon o élfico. Estos sí que son unos profesionales, espero que vengan más a menudo. Yo, avergonzado de mi amateurismo, guardé en seguida mis libros, parecían recién comprados, listos para recibir la dedicatoria de turno por parte del autor para ser inmediatamente vendidos por una pasta en Ebay, como el de Alberto, por cierto, sigue a la venta en Amazon por 139 €urazos.

   Por unos minutos, minutos mágicos, mantuvimos una conversación absolutamente fantástica. Hablamos de las cosas que realmente importan en esta vida. Comenzamos por la importancia vehicular que tiene Terminator en varios capítulos de Challenger, discutimos sobre el estreno de la película, sobre el cine de los 80, sobre varios directores, sus mitos y leyendas, sobre Star Wars, la saga actual y la original, hablamos de George Lucas, de Carrie Fisher, de Patrick Rothfuss, de Tolkien y el Señor de los anillos, de otros autores de terror (por supuesto, no faltaron Poe y Lovecraft), de fantasía, de sci-fi, de la vida de George RR Martin, de si los guionistas son escritores o si los escritores, a veces, hacen de guionistas, de sí ahora la industria del cine y la televisión se nutre de novelistas porque los guionistas no tienen ni idea, sobre todo de dialogar y de creación de personajes (¿algún guionista en la sala?)…con todos estos temas tan interesantes llegamos a conformar entorno al chéster una cúpula de irrealidad que nos protegía de todo lo demás que había ahí fuera, fuera de Bartleby, fuera de nosotros. Eso nos pasa por juntarnos los que nos juntamos, y es que la mayoría venimos de la fantasía y/o la ciencia-ficción y nos dirigimos a ella, bien como escritores, bien como lectores. Estoy convencido de que cualquier profano se hubiera quedado boquiabierto si nos hubiera escuchado, el nivel de friquismo hubiera saltado todos los indicadores geiger de nuestra última novela tertuliada, Voces de Chernóbil. Al caer en la cuenta de todo esto, hablamos de lo poco que se lee en general en España y que, hoy en día, hay más escritores que lectores. Todos concluimos que dentro de nuestro círculo propio de familiares y amigos tenemos pocos conocidos que compartan esta afición por leer. Por supuesto, colegimos que impulsar desde edades tempranas la lectura sería un punto muy importante si queremos salir de este ostracismo intelectual y de la adicción al Candy-Crash y demás mierdas insulsas de hoy en día. Aunque según Alberto, hoy se lee más que antes, sí, Crepúsculos y cosas así, pero al menos leen los chavales, «siempre y cuando la Play les deje», puntualiza Eva.

La polilla en la casa de humo

   Estuvimos tan abstraídos en nuestro mundo particular que, por primera vez, no se mencionó a Podemos, ni siquiera a Stephen King, que en esta ocasión si hubiera venido al caso. La verdad, estuve tentado en varias ocasiones, pero me abstuve, no quiero convertirme en el personaje cliché que siempre se repite, es uno de mis propósitos de año nuevo, y lo llevo fatal.

   Pues al final se nos hizo tardísimo y, aunque era un lunes de enero, con todas las cenas de navidades ya pasadas y ninguna excusa en el bolsillo para llegar más tarde de lo normal a casa, algunos valientes nos fuimos a cenar por ahí. Eso sí, como viene siendo norma, lo ocurrido fuera de Bartleby se queda en la conciencia de los asistentes y en la incertidumbre de los huidos.

   PD: Sí, ya sé que el sofá de Bartleby no es de tipo chéster, pero me encanta la palabreja y la comparación de Alberto haciendo de Risto. Siendo sincero, esta clase de reuniones son mucho más gratificantes que cualquier presentación al uso de una novela. Personalmente, andaré atentó a las próximas obras de Guillem López, seguro que no decepcionan.

   PD II: A fecha de publicación de esta Crónica en La Piedra de Sísifo, Guillem López ha publicado Arañas de Marte, con la Editorial Valdemar.

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