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El 21 de julio Forbes publicó un artículo de opinión del economista Panos Mourdoukoutas titulado «Amazon debe reemplazar las bibliotecas locales para ahorrarle dinero a los contribuyentes». En él argumentaba lo que el propio titular indica: que las bibliotecas públicas han dejado de ser útiles y que deberían ser cerradas y sustituidas por librerías de Amazon, que serían las que proporcionarían los libros, para ahorrar dinero a los contribuyentes. «[Las bibliotecas] no tienen el mismo valor que antiguamente», argumentaba el artículo. Supuestamente las funciones de una biblioteca han sido reemplazadas por otros servicios: el espacio para sociabilizar y el wifi los proporciona Starbucks el alquiler de vídeos Netflix o Amazon Prime y los libros Amazon también.

Aunque las ventas de libros impresos están en alza, Mourdoukoutas se atrevió a afirmar: «La tecnología ha convertido los libros físicos en artículos de coleccionismo, eliminando la necesidad de servicios bibliotecarios de préstamo». Además añadió algunas perlas como esta: «Hay personas que ya utilizan su tarjeta de fidelidad de Starbucks más que su carnet de la biblioteca».

Siguiendo esta lógica, según Paul Guequierre, director de comunicaciones del Urban Libraries Council, «las comunidades que se verían más afectadas probablemente serían las personas con ingresos más bajos, inmigrantes o los más marginados». Es evidente, pero conviene señalarlo: la diferencia entre una biblioteca pública y Starbucks es que para usar la primera no estás obligado a gastarte dinero en un café. Recordemos, además, que las bibliotecas no solo prestan libros y ordenadores con acceso a Internet sino que ofrecen toda clase de servicios a la comunidad.

Por otra parte, ¿de verdad eliminar bibliotecas públicas ahorraría una cantidad significativa de dinero a los contribuyentes? Si ponemos el ojo en Estados Unidos, de acuerdo con un informe publicado el año pasado por la Biblioteca de Ohio el impuesto estatal medio entre 2013 y 2017 destinado a bibliotecas fue una carga insignificante para cada contribuyente. Un dato que confirma ichard Auxier, investigador del centro de estudios Tax Policy Center. Si se cerraran las bibliotecas públicas de todo el país y se repartieran los fondos destinados a ellas entre cada contribuyente, cada persona percibiría de vuelta 36 dólares, afirma Auxier.

Lo que pasó con el artículo de Mourdoukoutas era lo que tenía que pasar. No tardó en hacerse viral. A las 10:00 de la mañana ya había acumulado casi 200.000 visitas. Sin embargo, a partir de las 11:00 no se podía acceder a él. Forbes lo había eliminado. En un comunicado emitido por un portavoz de Forbes se explicaban los motivos de la decisión de borrar el artículo. Aunque la publicación aboga por un diálogo sobre una enorme variedad de temas, incluso aunque la cabecera tenga una opinión contraria, reconocían que las bibliotecas públicas desempeñan un papel fundamental en nuestra sociedad y se excusaban por haber borrado el artículo alegando que este se encontraba fuera del área de experiencia de su autor.

A pesar de la decisión de Forbes, que deja muy claro lo que pasa cuando se ataca al servicio de bibliotecas públicas, Mourdoukoutas todavía pretendía justificarse a través de Twitter, publicando un tuit en el que decía: «Voy a aclarar algo. Las bibliotecas locales no son gratuitas. Los usuarios tienen que pagar un impuesto. Mi factura es de 495 dólares al año». A lo que la escritora Kashana Cauley respondió, entre miles de respuestas negativas, parodiando el tuit original: «Voy a aclarar algo. No quiero que la gente pobre y de clase trabajadora lea libros».

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