Hace mucho tiempo me recomendaron una película de terror, su nombre: Aterrados. El título y el trailer llamaron mi atención, sólo había un pequeño detalle: se trataba de una película Argentina. Si bien ya había superado el prejuicio hacia lo nacional (ese que habita dentro de cada Argentino) debo admitir que tuve mis reservas. Pero mis dudas quedaron atrás cuando la vi, no solo era una excelente película de género sino que, además, superaba en calidad a la película de terror promedio que llega desde los Estados Unidos. Me quité el sombrero para felicitar a su valiente creador y director, Demián Rugna, quien, al igual que su colega, Marcelo Shapces, ha decidido desafiar las modas para adentrarse en el lado más oscuro del alma humana.
El prejuicio que existe hacia el género es un impiadoso obstáculo para las producciones nacionales. Esto fue mencionado también en recientes entrevistas por la directora Ana Piterbarg y por el guionista Patricio Vega. Encima, para el cine de terror los preconceptos son particularmente más fuertes. Pero debemos superar las preconcepciones y ver esta joya del nuevo terror Argentino, ya disponible en Netflix.
La película cuenta como unos expertos de lo paranormal realizan una investigación que los lleva a enfrentar horrores atroces, cuyos orígenes les son desconocidos. Utilizando una estructura narrativa no lineal y un suspenso ejecutado a la perfección, la película juega con lo ambiguo en cada momento, recurso eficaz si se pretende crear una atmósfera sombría.
Sin duda las teorías esbozadas por los personajes nos acercan a un universo lovecraftiano, aun así cada uno es libre de interpretar lo que desee. Esta cuestión divide aguas: ¿explicar o no explicar? Como amante del género considero que lo ambiguo siempre será más poderoso que lo concreto.
El largometraje cuenta con un elenco envidiable que le da vida a estos fascinantes e intrépidos personajes. Maximiliano Ghione, a quién hemos visto en telenovelas, interpreta al comisario Funes. Norberto Gonzalo, Elvira Onetto y George Lewis conforman el equipo de investigadores. Si bien el reparto no es tan conocido, los actores brillan en la pantalla y nos hacen querer saber más sobre los personajes que interpretan.
El actor Maximiliano Ghione en una escena de la película (Foto).
Desde el punto de vista técnico, los efectos especiales de la película son impecables. Con un adecuado manejo de la cámara, Rugna demuestra que no es necesario una producción ostentosa para lograr el objetivo de crear un mundo complejo y misterioso. Asimismo, Laura Aguerrebehere, esposa del director, realiza un trabajo sobresaliente de fotografía y diseño de arte.
La película fue un éxito a nivel mundial y fue alabada por la crítica internacional. Dato no menor: Guillermo del Toro piensa realizar un remake de la película.
Por todos estos motivos no tuve más opción que contactar a Demián. Fue así como viajé hasta la provincia de Buenos Aires para entrevistarlo. Al llegar a su casa, en plena remodelación, me invitó a tomar unos mates junto a su esposa. Allí pude saciar mi curiosidad y averiguar más sobre este talentoso director cuyo perfil se proyecta alto.
Demián Rugna junto al ganador del Oscar Guillermo del Toro (Foto).
¿Cómo empezaste?
Esta es la casa de mi abuela. En frente vivía un amigo de la infancia con quién me juntaba a jugar con los “GI Joe” y los “Playmobiles”. Inventábamos historias como si fueran películas y nosotros éramos los directores. Como nos gustaba la acción y la sangre comprábamos mucha témpera roja para hacer los efectos. Las primeras víctimas eran los “GI Joe” porque eran muchos y más baratos (risas). Quedábamos siempre cubiertos de pintura. En paralelo, dibujábamos historietas a partir de películas que veíamos. Más tarde estudié dibujo pero me di cuenta que la historieta era un medio muy lento para mí. A mí me gustaba utilizar un estilo realista por lo que me solía frustrar seguido: era muy rápido con las ideas y muy lento con los dibujos. Un día mi viejo me dijo que tenía que estudiar algo y así fue como terminé estudiando imagen y sonido. A partir de ese momento trasladé los juegos de la infancia y las historietas a los cortometrajes y, como me gustaba la sangre, hacia cortos de terror. Mi carrera no estaba orientada al cine pero sin duda me dio algunas herramientas. Las carreras universitarias te dan el contenido social, en cambio lo técnico lo aprendés con la práctica. Para hacer películas tenés que desarrollar tu propia intuición.
¿Y de ahí como seguiste?
Comencé a participar en concursos y terminé ganando algunos. Eso me motivó a seguir filmando. En uno de los tantos festivales conocí a Daniel de la Vega. Él vio uno de mis cortos y me propuso escribir un guion. Así surgió La muerte conoce tu nombre. Muchos de los cortos que hice en mi época de estudiante se volvieron películas. Uno de ellos fue “La ultima entrada” que luego se convertiría en The Last Gateway. “Aterrados” surgió de uno que se llamó “Tiene miedo”. Esos cortometrajes rudimentarios fueron la génesis de las ideas que luego utilizaría para crear algo más grande. Por eso considero que tuvieron una importancia vital en mi carrera. La mayoría los hacía con actores amigos y los filmaba en mi casa.
Demián junto a su esposa Laura Aguerrebehere (Foto).
¿Cómo conseguiste el financiamiento para tus primeras películas?
Sucede que un productor descubrió que podía ser lucrativo hacer una película independiente para venderla afuera. Querían hacer un paquete de tres películas y yo tenía un guion ya escrito. Las dos condiciones que habían puesto era que fuera en inglés y que se vieran tetas. Con el resto teníamos total libertad. El tema fue que eran todos actores Argentinos así que imaginate lo que salió. Era muy difícil encontrar actores buenos que encima hablaran bien el inglés.
¿Tuviste influencias literarias y cinematográficas?
En cuanto a lo literario leía mucho a Stephen King, a Lovecraft, a Clive Barker, y a Horacio Quiroga. Lovecraft crea un mundo, te mete en él y luego reconocés ese mundo. Con Stephen King es distinto, él se mete en tu mundo y te asusta con algún objeto. En cuanto a lo audiovisual, absorbí lo más masivo porque era lo que llegaba a la Argentina. Steven Spielberg me inspiró para que me metiera en el género fantástico. Lo que me impulsó a entrar en el terror fue la serie Invasión extraterrestre. Te juro que no la vería ahora porque seguro me emociono. Realmente me enloquecía. Después estaban Carpenter, Sam Raimi, Peter Jackson, Paul Verhoeven. Guillermo Del Toro fue el director que más me gustó, sobre todo por su forma de poner la cámara, por su frescura, por las historias que cuenta. Me encantó El espinazo del diablo.
En el caso de Aterrados sentí una influencia de Lovecraft.
Una de mis primeras películas, “The last Gateway”, tiene una alusión más evidente a Lovecraft pero ésta no tanto.
¿Cómo se conocieron Laura y vos?
En mi primera película ella hizo el vestuario y después, en The last Gateway, fue la directora de arte. A partir de ese momento me persiguió y no tuve más opción que darle bola (risas).
¿Te gusta hablar de cine todo el tiempo o hacés pausas?
Cuando me junto con un cineasta prefiero hablar de algo que no sea cine. Prefiero hablar de nuestras vidas.
¿Qué miedos te persiguen?
Envejecer y enfermarme. En mis películas hay ancianos haciendo de malos.
¿De dónde salió la idea de “Aterrados”?
En 2008 me di cuenta que en la Argentina necesitábamos una película como Poltergeist. En esa época todavía no habían salido las de Actividad paranormal. Tenía un vecino que estaba arreglando su casa y por eso se escuchaban ruidos todo el tiempo y no podía dormir. Fue de ahí de donde saqué la escena de la ducha. En uno de los primeros reportajes que me hicieron, un chico me dijo: “La película es un buen tratamiento de la parálisis del sueño”. La verdad es que yo no conocía ese fenómeno pero cuando investigué me acordé que yo lo había vivido. Una vez me desperté en medio de la noche y vi cómo se me acercaba una sombra que me miraba. Fue muy raro, muy realista. Quizás lo tenía en el inconsciente y por eso terminé incluyendo la figura del tipo alto.
Norberto Gonzalo y Elvira Onetto interpretando a los investigadores (Foto).
Igualmente te tiraste para el lado de lo ambiguo, de lo no explicado.
Sé que eso dividió a la audiencia. Algunos aman la película porque no se explica demasiado mientras que otros la odian por lo mismo. En el guion original había casi dos páginas de explicación pero me di cuenta que no hacía falta, el objetivo de la película era asustarte y que te involucraras en una historia. No me gusta cuando las películas me faltan el respeto como espectador, como es el caso de cuando plantean una historia increíble y la pifian al final con explicaciones muy trilladas. Ya hemos visto demasiadas explicaciones clichés. Por eso intento crear mundos que tengan cierto grado de originalidad y eso hice en “Aterrados”: plantear una situación donde al final se va todo al carajo y donde no se entiende lo que ocurre. Sí, hay teorías, pero nada certero. Es un mundo que recién estamos descubriendo. Si bien tengo mis propias teorías y sé lo que pasa, en la película eso no está contado. Lo dejé así porque los seres humanos no tenemos idea de dónde venimos ni de cómo funciona el universo.
¿De donde sacaste a los actores? Están geniales.
Maxi labura mucho en la tele y me gustaba como actor. Cuando me lo presentó el productor pegamos muy buena onda. Con Norberto Gonzalo ya había laburado en una serie. Como uno de los personaje es extranjero hicimos un casting. Al final lo elegimos a George Lewis que es estadounidense pero vive acá y es clown. Muchos de los actores trabajan en teatro.
¿Cómo planificaste la producción?
Cuando empecé a pensar en filmar “Aterrados” estaba terminando mi película anterior titulada No sabés con quién estás hablando. Como había sido complejo realizarla, eso me predispuso para que “Aterrados” fuera un film más sencillo desde el punto de vista de la producción. Esto se capitalizó muy bien porque estuvo más contenida y me permitió aprovechar más el presupuesto. Cuando hacés terror en la Argentina a veces pecás de ambicioso y querés hacer una gran producción con un presupuesto limitado. Por eso después terminás atando todo con alambre y eso se nota en la pantalla. Eso es algo a tener en cuenta. Para contar una buena historia y generar un clima, solo necesitás saber cómo usar bien los recursos que tenés.
¿Creaste personajes muy interesantes? Da ganas de saber más sobre ellos.
Sí, pero los personajes no son lo más importante de la película, lo central es lo que ocurre, el terror. Tenía miedo que si contaba la historia de cada personaje diluiría la situación paranormal. Es una historia de terror y los que están ahí sufren las consecuencias. La sobre-explicación no es beneficiosa. El espectador quiere saber más y eso hace que se quede viendo la historia, si explicás todo pierde gracia. Dale migajas y que se imagine el resto. En “Aterrados” no hay protagonistas visibles y eso te genera la sensación de que cualquiera puede morir, eso ayuda a crear el suspenso. En cierta forma es una falsa película coral.
¿Modificaste mucho el guion original?
La película fue escrita diez años atrás pero no la modifiqué demasiado. Ese era el terror que me gustaba, por eso quería hacerla. Podría haber escrito algo de terror comedia para que fuera más fácil encontrar financiamiento pero la verdad preferí jugármela por lo que quería. Me habían rechazado el guion tantas veces que comencé a dudar de si estaba bien o no. Pero cuando me sentaba a revisarlo encontraba que estaba bien armado. Lo intenté rescribir cinco veces pero al final no cambié nada.
Teniendo en cuenta el prejuicio hacia el género, ¿cómo tomaron los actores la idea de estar en una película de terror?
En general se divierten. Uno me confesó que lo hizo porque necesitaba la plata (risas) y que cuando se vio con una prótesis se dijo a sí mismo: “¿Dónde mierda estoy?”. Igual se divirtieron mucho y ahora la película está explotando por todos lados. Cuando la película es independiente no hay problema pero si se trata de una producción grande los actores, a veces, se ponen un poco nerviosos. Lo que más les da miedo es perjudicar sus carreras. Por suerte después se entregan. Creo que a partir de ahora eso va a cambiar. Acá no solo es difícil hacer este tipo de cine sino estrenarlo.
Demián Rugna junto al ganador del Oscar Juan José Campanella (Foto).
En ese sentido, ¿Cuál es la diferencia entre Estados Unidos y la Argentina?
La diferencia entre Estados Unidos y otros países es que allá el cine es una industria. Pueden filmar miles de películas con presupuesto. La mayoría no serán buenas pero por una cuestión de números siempre aparecen un par que sí lo son y son esas las que llegan acá. Además, tienen los medios para publicitarse. Acá se filman muy pocas películas lo que explica por qué hemos retrocedido con el género. Los dueños del entrenamiento son ellos y no te dan espacio para desarrollarte. Eso puede ser muy frustrante. El panorama es muy triste para un cineasta independiente que hace películas por fuera de la industria. Hacer una película es una cosa, pero estrenarla, hacerla conocida, es un mundo totalmente diferente.
Además acá predomina lo autoral.
Sí, predomina porque al regresar la democracia se le dio mucha importancia a las películas de carácter social y autorreferenciales. Eso terminó de dilapidar el género en la Argentina. Para el cine de autor tenés un público local que siempre va a estar. Por el contrario, el público del cine de género se perdió y por eso hay prejuicios con las producciones de terror en Argentina. Recuerdo uno de los comentarios que leí en la Internet sobre “Aterrados”: “yo pensé que iba a ser una porquería y me sorprendió”. Eso te lo dice todo.
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