La industria de los videojuegos está viviendo su época dorada. Son miles las formas de acercarse a ellos, desde un teléfono inteligente a un PC o una videoconsola de sobremesa. Los videojuegos están en todas partes, también en los casinos en línea (por ejemplo, en las temáticas de algunas slots). ¿Pero son los videojuegos un arte? Y de ser así, ¿es un arte de primer orden?
Hay videojuegos y videojuegos: El caso de los casinos online
No todas las formas de entretenimiento son igual de profundas. El ocio, generalmente, está mal visto porque se considera algo no productivo, pero puede tener mucho valor. Además, aunque sea no productivo, ofertarlo no está exento de trabajo y minuciosidad. Y no tiene nada de malo, porque jugar a las tragamonedas online de mayor calidad no será acceder a manifestaciones artísticas, ¡pero es sumergirse en una atmósfera irrepetible!
Porque, con todo, esta opción de juego no renuncia al trabajo artístico. Incluso hay un aporte cultural, pues muchas slots están ambientadas, entre otras cosas, en películas o momentos históricos. Esto no hace más que engrandecer la industria de los juegos de azar. También lo hacen las bandas sonoras, que gracias a los grandes proveedores de software que desarrollan los juegos para los casinos en línea de Chile y otras regiones, se brindan composiciones de lo más pegadizas y atractivas.
¿Cómo ve la sociedad el mundo de los videojuegos?
Muchos gobiernos han incluido la industria de los videojuegos en el mundo de la cultura. Por ejemplo, en España, esta se empezó a considerar parte de él a partir de 2009. Que las instituciones se muestren a favor de ellos hará que, poco a poco, todo el tejido social les dé la importancia que tienen. ¿Puede entonces compararse una canción de Charly García o Las Meninas de Velázquez con un título AAA? Sí, y sin tanto relumbrón productivo, pues basta con echar un vistazo a opciones míticas como, por ejemplo, Monkey Island.
Porque un videojuego aúna muchas artes en una y puede rozar la excelencia en cada una de ellas. Hay estética mediante dibujo, cinemáticas, música, guion… Este último, por ejemplo, puede ser muy complejo o, en su sencillez, muy bien trabajado. Tenemos ejemplos de todo tipo, desde la saga Final Fantasy, pasando por los Broken Sword o títulos más recientes, como, por ejemplo, Read Dead Redemption. Ridiculizarlos, por tanto, no es ni mucho menos justo aunque, como en todo, haya opciones más superficiales.
Los videojuegos son un reflejo para la sociedad y también son capaces de abrir nuevos caminos
Como un buen libro o una película que te hace reflexionar, los videojuegos no solo recogen los valores consolidades en nuestra sociedad, sino que puede ir un paso más allá. Es más, en muchos títulos hay victoria y derrota, algo que también se manifiesta en nuestro día a día en todos los ámbitos de la vida. Un concepto que, en los videojuegos, ha crecido tanto que hasta se ha profesionalizado. Basta con ver cómo ha crecido el mundo de los e-Sports en la última década, con usuarios que compiten en prestigiosos torneos internacionales.
Asimismo, los videojuegos permiten ahondar en temas de gran importancia social, como, por ejemplo, el sufrimiento emocional o la identidad sexual. Con títulos como Essays of Empathy o The Longest Road on Earth, esto no solo se consigue, sino que, también se pone a disposición de los jugadores un entretenimiento completo. La variedad temática y el trabajo de guion, por tanto, demuestra que los videojuegos pueden ser perfectamente un arte respetado, y que, de hecho, muchos títulos lo son (no todo es FIFA o NBA 2k).
Hitos que conducen a los videojuegos a ser considerados como un arte respetable
Más allá del reconocimiento del Gobierno español en 2009, en el que se incluyó a los videojuegos en el apartado de cultura, otros acontecimientos han ido poco a poco permeando a la sociedad para que acepte esta industria como una manifestación artística:
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Uno de los primeros acercamientos a la industria de los videojuegos como arte se produjo a finales de la década de los 80, cuando varios museos recogieron títulos antiguos para hacer una retrospectiva.
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Antes que España, el Gobierno de Francia, concretamente en 2006, fue el primer en considerar los videojuegos como una expresión artística, como un bien cultural legítimo y que debe ser protegido.
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En 2011, Estados Unidos aportó su granito de arena cuando National Endowment for the Arts comenzó a promover la idea de videojuegos como algo artístico al ampliar los proyectos que respaldaba.
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En el mismo año (2011), la Corte Suprema de Estados Unidos dejó claro en una sentencia que los videojuegos tienen un discurso propio del arte, por lo que deben ser abordados o protegidos como tal.
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En 2018, el Gobierno alemán se suma a los estados que reconocen la industria de los videojuegos como forma de arte.
Sí, este último dato es correcto. Ni un lustro ha pasado desde que una potencia como Alemania reconoce que los videojuegos son arte. Por tanto, todavía queda mucho por avanzar y tal vez deba pasar una generación entera para que se tome la industria enteramente en serio. Sin embargo, también queda claro que en las últimas décadas la imagen de las producciones de este sector ha mejorado enormemente.
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